El espacio de Escipion

Del Mayo Zambada al “Mayo Negro”, ¿qué sigue?

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A Julio Hernández los 28 años de Astillero

Estamos al filo de concluir uno de los meses más complicados de la presidenta Claudia Sheinbaum y por entrar a una etapa que genera incertidumbre luego del primer ejercicio democrático para renovar al Poder Judicial Federal. ¿Cuáles son los asuntos críticos que siguen calientes y requieren atención política de filigrana? ¿Qué nos deparará para el futuro inmediato si no se subsanan los errores, los riesgos y las amenazas y se actúa con responsabilidad para mitigarlos?

Nos referimos a los frentes abiertos desde el arranque de la segunda presidencia de Donald Trump, los efectos desatados por la entrega del narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada a la justicia de los Estados Unidos, la reacción de los cárteles mexicanos ante la categorización de “terroristas” y sus reacomodos internos, a golpes de sangre y su incursión en el despojo de propiedades.

Además, como es evidente, del impacto político de todo este contexto: desvisadero de políticos y funcionarios públicos y crímenes políticos en el corazón del territorio de la República. Más aún, fue en el meritito corazón de la Ciudad que es la fuerza de la autollamada Cuarta Transformación y cuyo partido, Morena, simplemente callado y sin capacidad de reaccionar hasta ahora a tal desafío. ¿Por qué salieron mejor en apoyo a Marina del Pilar que de Clara Brugada? ¿No entendieron el mensaje?

La anunciada radicalización de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, los oídos sordos que han puesto gobernantes, legisladores y cuadros destacados de Morena a los llamados éticos de Claudia Sheinbaum, la disputa interna que sostienen distintas corrientes, negadas a llamarse tribus del partido hegemónico en cada estado, región y a nivel nacional, es cada día más insostenible, son apenas un ramillete de muestras de que no hay piloto de la política interna que ayuden a la presidenta a sobrellevar al país mientras ella evita el impacto de las decisiones del principal socio comercial.

La tensión que provocan las políticas exteriores y las actitudes de Donald Trump generan dinámicas complejas que afectan a múltiples sectores. Durante su mandato, las negociaciones entre ambos países estuvieron marcadas por retos diplomáticos que dejaron huella en temas como la migración, el comercio y la seguridad fronteriza.

Se cantan victorias anticipadas, pero la realidad es que la línea impositiva es la que va ganando terreno, a pesar de los esfuerzos poco visibles de la Cancillería de Juan Ramón de la Fuente y del equipo de Marcelo Ebrard para revertirla.

Las repercusiones fueron amplias. Sectores clave como el automotriz y el agrícola sufrieron impactos significativos, aumentando los costos para exportadores y consumidores en ambos lados de la frontera. Ni qué decir del impuesto del 3.5 por ciento a las remesas, que representan más de 2,700 millones de dólares, lo cual impacta de manera directa a una de las fuentes de ingresos más fuertes de nuestro país junto con el petróleo y el turismo.

Por otra parte, la detención y entrega de Ismael “El Mayo” Zambada a los Estados Unidos marcó un punto de inflexión en el panorama del narcotráfico y la seguridad pública en México: se presionó para revertir la producción y tráfico de fentanilo, adiós a la política de “abrazos y no balazos”, se intensificó la colaboración binacional (al más puro estilo del Plan Colombia, a pesar de que se niega) y se fortalece institucionalmente a la SSP en tareas de inteligencia y coordinación (lo cual aún está por verse, pues hasta ahora sin involucrar a estados y municipios, eso llevará su tiempo). Este hecho detonó una nueva ola de violencia entre los carteles de mayor peso y presencia territorial, los cuales han buscado su reacomodo en nuevos negocios, como lo es el huachicol (energético y fiscal), el abigeato a gran escala, el despojo territorial también de grandes hectáreas y el lavado de dinero a gran escala con cientos o miles de pequeños establecimientos.

En medio de este panorama de tensión diplomática, narcoguerra y conflictos internos, la confrontación entre morenistas (en cada rincón del país), los opositores a las reformas judiciales en México aguardaban con expectativa algún gesto de respaldo desde Estados Unidos. Sin embargo, la señal contundente que muchos esperaban nunca llegó. Lejos de intervenir explícitamente en el debate como se había especulado, el gobierno estadounidense optó por mantener una postura discreta, dejando claro que la dinámica política interna de México seguiría su curso sin influencia directa desde el norte. Y ante este fracaso, los siempre predecibles, tardíos y torpes opositores lanzaron su campaña de “no votar” como fórmula de deslegitimar el proceso.

Para los meses siguientes hay algunas señales positivas como, por ejemplo, que Trump no le salen las cuentas como esperaba y ya tiene rechazo de los ciudadanos de su país, incluyendo el tema de las remesas y los aranceles automotrices, y sus confrontaciones con China y Rusia no van por buen camino, como tampoco el apoyo incondicional a Netanyahu.  Aunque se debe tener cuidado, porque en su búsqueda de agenda no vaya a querer a agarrar a México de única piñata favorita.

Para los temas internos, el empoderamiento de Omar García Harfuch será factor determinante para tres asuntos: la correlación de fuerzas al interior del grupo gobernante, la reorientación que tomen los grupos generadores de violencia y, sobre todo, cómo habrá de traducirse el efecto inmediato de un presidencialismo con mayor concentración de poder en un bloque histórico autollamado cuarta transformación con una marca  partidista exitosa (Morena), pero al mismo tiempo grupos disruptivos y anónimos violentándonos infiltrándola.

¿Qué pasará cuando Morena deje de ser una marca exitosa, dada la guerra civil que se viven todos los días entre las distintas corrientes, negadas a llamarse tribus… y de pronto, en el 2030, llegue una derecha más recalcitrante desde su mismo seno?

Lo hemos reiterado en este espacio y, coincidente, Jorge Zepeda Patterson, en El País, también lo advirtió: “La 4T tendría que considerar que los poderes que hoy se otorga para sí misma algún día serán esgrimidos por sus adversarios políticos. No gobernará para siempre. Cuidar los poderes q se otorga al ejecutivo; porque habrá versiones riesgosas.”

Dejemos ahí la maldita duda.

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