Morena, como nunca antes, refleja una lucha interna por definir un rumbo ético y político en un momento que ha acumulado mucho poder, atrae a todos los actores que buscan cargos de representación popular y en esa ruta, ha atraído figuras de otras corrientes ideológicas y de trayectorias oscuras. En su esfuerzo por consolidarse como fuerza hegemónica, como hemos dicho anteriormente, su oferta de moral política renovada está en crisis y en declive por inconsistente, enfrenta críticas y tensiones, especialmente cuando las acciones de sus principales cuadros, aliados y la incorporación de nuevos actores contradicen los principios éticos que intenta promover.
Lo expusimos hace dos semanas, el decálogo moral de Claudia Sheinbaum a su partido político ha tenido como fin retomar y reforzar los principios éticos dentro de Morena y frenar prácticas cuestionables en el partido, especialmente a aquellos militantes desbocados, adelantados y envueltos en denuncias de corrupción.
Los llamados a “mantenerse unidos”, “conducirse con honestidad y sencillez”, “no hacer turismo político”, “no incurrir en amiguismo, influyentismo o nepotismo”, “no convertirse un partido de Estado” y frenar la reelección, se toparon a una realidad ineludible de MORENA, cuya dirigencia destaca por sus oídos sordos y miopía política.
Veamos lo que pasó el fin de semana pasada, todo alrededor del morenismo: gobernador y secretario de gobierno de Tabasco reprimen estudiantes y acusan complot del ex gobernador de su mismo partido; alcalde de Cuautempan, Puebla, prófugo de la justicia luego de que le hallaran armas y dinero ilícito en su domicilio; la candidata a la alcaldía de Texistepec, Veracruz, asesinada en pleno mitin; la gobernadora de Baja California le han quitado su visa para cruzar a los Estados Unidos donde es investigada, junto con su esposo, por ligas con el crimen organizado; un senador pillado en mentiras sobre su poco austero viaje a las europas; un senador de Guerrero y padre de la gobernadora desafía el código y reta a la presidenta y pide que “el pueblo decida” sobre su candidatura y un priista de Durango más de 40 años de militancia y radical antimorenismo de pronto se vuelve cuadro distinguido de Morena.
Eso sin contar con la larga lista de conductas contradictorias al código ético de varios dirigentes, legisladores, gobernadores, alcaldes, cuadros reclutados de otros partidos para darles cargos federales o locales (como el impresentable Adrián Ruvalcaba) y comentócratas a sueldo que lucen por sus escándalos e insultos y no por los aportes reales al segundo piso de la llamada Cuarta Transformación.
Si bien el código ético busca establecer un marco de conducta que contrarreste las contradicciones internas y las tensiones creadas por la incorporación de figuras provenientes de otras corrientes políticas y la actitud de algunos aliados, estaría provocando algo peor; la indisciplina, la desobediencia y el chapulineo a alguno de los partidos aliados o al que se alquile.
Y es que la dirigencia Morena, por instrucción de su Consejo Nacional sobre las restricciones al nepotismo en las candidaturas de 2027, condiciona su coalición electoral con el PT y Verde, y a otros partidos que se quieran sumar en 2027, a sujetarse “forzosamente” a las nuevas reglas de Morena, que establecen que toda persona que compita por cargos público deberá rechazar el nepotismo.
Por supuesto, el eterno dirigente del PT, Alberto Anaya, se deslindó casi de inmediato. El coordinador en la Cámara de Diputados, Reginaldo Sandoval, dijo que tienen sus propios estatutos porque son un partido autónomo y que ya contempla este tema en sus estatutos desde su fundación. Por su parte, el PVEM dio a conocer que aplicarán la prohibición del nepotismo, pero hasta 2030. Y el Partido Encuentro Solidario, pues tiene semanas que han decidido seguir su propio camino.
Los nuevos estatutos de Morena se han convertido en un candado para las ambiciones y proyectos de dinastías y caciques políticos en los 16 estados donde habrá renovación de gubernaturas en 2027. Los casos de Guerrero, Chihuahua, Zacatecas y San Luis Potosí serán una prueba interesante para el partido guinda, pues es probable que esas élites rebeldes desacaten las normas y el partido les niegue la candidatura, por lo que estarían preparados a migrar hacia el PES, PT, Verde o algún otro.
Para estos partidos pequeños, por supuesto, que abran las puertas a pesos pesados de Morena les garantizaría mayor fuerza electoral e independencia. Por sí mismos el PT o el PES nunca ha repuntado en nada, mientras que el Verde tendría posibilidad de aumentar su ramillete de gobernadores conversos.
¿Félix Salgado, Ruth González, Saúl Monreal fuera de Morena pero dentro de la 4T? ¿Se permitirá tal nivel de simulación? ¿O será que el pueblo sabio sabrá darles democráticamente la espalda a sus ambiciosas pretensiones?
No lo dudamos, así que, políticos revividos, o sea, pasados de vivos, habrá para rato…
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