Las noches de luna aquí en Guanajuato hacen que uno añore tiempos pasados en donde la vida era más libre, donde podías caminar por las calles, ir a cenar a La Pasadita fuera la hora de madrugada que fuera y, sobre todo, poder sentir en la piel el frío serrano que desde siempre ha acompañado esta cañada.

Dicen que la luna de octubre es la más hermosa, pero creo que la luna llena en cualquier tiempo trae consigo la bendición de la luz esa luz que nos permite ver entre la oscuridad de nuestras casas cosas, energías o seres que nos visitan para Dios sabe qué.
Me cuenta mi amiga Mirna que cuando ella era pequeña siempre quería ver cómo la luna llena le acariciaba el rostro al estar acostada en su cama cada noche para ya dormir. Me dice que era una luz mágica que la hacía sumergirse en su sueños profundamente, la arrullaba el ver el satélite desde su ventana, ya que su cama estaba pegada a esa pared con ventana y en verdad cada noche de luna creciente ella estaba feliz esperando noche a noche que la luna creciera tanto y se viera tan enorme que pudiera iluminarla, en verdad era feliz.
Una madrugada en que su mamá salió a hacer un rosario a uno de los callejones contiguos, ella se quedó embelesada mirando la luna. Estaba tan absorta viéndola que casi no se dio cuenta de que algo se movía en el pasillo, como siempre tenía su puerta abierta pensó que era una de sus hermanas, volteó y vio que no, que era su mamá. Mirna me cuenta que su mami traía una falta larga de pastelones amarilla y una blusa verde que siempre le gustaba portar, así que al verla pasar por el pasillo la llamó diciéndole: “Mamá, mamá ¿por qué tan rápido regresaste?” la respuesta fue que entre la penumbra vio cómo su madre se quedó inmóvil viendo hacia el frente del pasillo, pero al oírla, giró su cuerpo y se fue caminando hacia Mirna, mi amiga pensó que ya venía a arroparla para que durmiera, pero entonces algo muy extraño pasó. Con la luz de la luna que iluminaba hasta la entrada de su cuarto, se dio cuenta que su mamá no avanzaba, es decir, se veía que caminaba, pero se quedaba en hacer el movimiento de caminar, hasta que Mirna vio que lo que caminaba despacito era sólo la ropa, no estaba su mamá ahí, con los ojos desorbitados por lo que había visto, cerró los ojos, y sintió cómo ese espanto le tapó la cabeza con las cobijas, Mirna repitiéndose que de seguro estaba soñando, suspiró profundamente, esperó un poco y fue entonces que al bajar las cobijas para ver si eso seguía ahí, lo vio ahora de espaldas saliendo de su cuarto y ahora sí vio con claridad que sólo era la ropa, sólo era la ropa no había nada ni nadie ahí… entonces supo lo que era un espanto no era su mamá, se veía su figura en la ropa, pero no era su mamá, se repetía a sí misma y se desmayó.
A la mañana siguiente se despertó del ensueño, fue a la cocina y ahí le preguntó a su mamá que porqué había regresado tan pronto, ella le respondió que acababa de llegar, y sí, le dijo su hermana, mamá acaba de llegar…Mirna sólo atinó a contarles lo que le había pasado y que era la ropa de su mamá la que paseaba por las noches y madrugadas por la casa. Pero como su mamá siempre le decía: “algún día te va a salir el diablo ya verás” y se reía, sólo a ella se lo decía, mi amiga se dio cuenta que tal vez sí que su mamá le decía la verdad, triste bajo la mirada y se hizo a sí misma un pacto de silencio. Mirna me relata que no fue la única vez que ese espanto la arropó en las noches de luna llena, siempre estaba muerta de miedo, pero como no le creían se lo guardó y hasta la noche de hoy lo contó.
Dicen los que saben que los decretos de las madres son poderosos y mágicos por ello es que sus hijos si viven situaciones bastante espeluznantes, por eso siempre hay que enviar bendiciones a nuestros familiares para evitar que les caiga de noche el espanto.
Aquí en esta mágica ciudad tal vez a Mirna sí se le apareció algún ser demoníaco o algún espanto o fantasma de esos que vivieron en el Guanajuato antiguo, el que está enterrado y por el que siempre caminamos una y otra vez.
¿Quieres conocer a Mirna? Ven, lee y anda Guanajuato.