Desde el Faro

MUERTE, INJUSTICIA EN CONCIERTO DE LA OSUG

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“Sendero de Lágrimas”, relato de injusticias

Los desplazamientos obligados, muertes, lágrimas, asesinatos no son hechos recientes, en la historia de la humanidad, han acontecido como muestra del racismo, de la supuesta supremacía de una raza sobre la otra. Esto se recordó al escuchar “Sendero de Lágrimas”, obra ejecutada por la OSUG en el Teatro Juárez.

Como su nombre lo dice, es la narración de un camino lleno de sufrimiento, cuando en 1830, el ejército de los Estados Unidos obligó a la nación cherokee a salir de sus tierras y emprender una marcha de 1 mil 300 kilómetros. Hombres, mujeres y niños caminaron descalzos, con hambre y frío; se calcula que unos 4 mil indígenas murieron.

Michael Daugherty, compositor de la obra, muestra al espíritu humano, listo a enfrentarse con la adversidad y adaptarse a las nuevas circunstancias, pero lo hace no con un sentimiento conformista, sino con la reflexión sobre los recuerdos significativos del pasado. En el primer movimiento se inspira en una frase de Gerónimo, el líder indígena: “nací en las praderas donde el viento soplaba libre y nada impedía la luz del sol”; en ese primer movimiento, la flauta soltó un grito de angustia y el oyente recordó “La Marcha de las Mujeres de Pénjamo”, escrita por Javier Compeán, obra en la que se reseña el martirio al que fueron sometidas 400 mujeres por el ejército de Iturbide, en 1811.

Ambos hechos, la expulsión de los indios cherokee , y la marcha forzada de las mujeres guanajuatenses, son parecidos porque además, ambos son recordados con una obra musical.

Para continuar con “Sendero de Lágrimas”, el segundo movimiento es un recuerdo de los seres queridos, con la esperanza de una vida mejor en el más allá.

La obra concluye con una danza del sol, danza que los pueblos indígenas practican, a pesar de que durante algunas décadas fue prohibida; la intención es reconectar con rituales del pasado y crear una nueva senda hacia un futuro mejor.

“Sendero de Lágrimas” fue creada para orquesta de cámara y flauta solista, lo que permitió escuchar perfectamente los sonidos del instrumento de viento, ejecutado por Megan Maiorana, es decir, con una orquesta pequeña, compuesta por 2 cornos, 2 trompetas, 2 trombones, timbales, arpa y cuerdas, la flauta se escuchó con claridad.

El concierto fue dirigido por Mark Kadin, director invitado. Este programa se completó con: “La Obertura para Arcos”, de Carlos Jiménez, y la Quinta Sinfonía, de Antonin Dvorak.