No sabía cómo describir la sensación, solo estaba ahí alojada en algún sitio entre mi garganta y estómago, trataba de ignorar las señales, como cuando de nuevo ves una cucaracha después de fumigar y tan sólo la pisas y piensas que seguro había escapado, pero que estaban por terminarse. Un día, sin embargo, mueves un mueble y te das cuenta de que ya no es una, son cientos y luego las encuentras en todos lados, incluso donde antes no había. Frustración, decepción, algo de miedo, eso era.

Tristemente me gustaría que mi problema fuesen los insectos, y eso es mucho decir con lo desagradables que me parecen, es mucho peor, es un retroceso, una pérdida de lo conquistado en el terreno de los derechos, de la tolerancia, de las mentes abiertas. El regreso de todo lo que, con tanto trabajo, estábamos erradicando, el apretar repetidamente la tecla de deshacer borrando nuestros mejores párrafos, perdiendo los cambios.
Y he ahí el centro de la cuestión: el cambio, primero quisiera decir que no siempre los cambios son para bien pero que si están quitando presiones u opresiones no hay mucho que pensar, se está mejor o se estaba, y es que el cambio genera controversia, la dirección hacia donde cambiar es en sí una decisión; genera incertidumbre, pues plantea nuevas situaciones e inevitablemente nuevos problemas, tristemente es cierto el dicho de “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Y sobre todo requiere compromiso por parte de quienes lo llevan a cabo y paciencia de quienes lo reciben y en eso hemos fracasado en ambos bandos.
Los problemas nuevos, mezclados con los de toda la vida, han creado un caldote de insatisfacción donde muchos, principalmente para los que no había ni logrado asimilar lo nuevo o que estaban resentidos por verse afectados por los derechos de los demás, chapotean salpicando a todos.
Pero así como cuando pateas una piedra por un cerro (gracias Mariano Azuela por la analogía) está ya no se detiene, porque despateada no hay, el cambio sigue tratando de mantener su curso y ahora se estrella con obstáculos que ya se creían vencidos, a todo lo anterior ahora se suma la confrontación y esa se está poniendo fea, muy fea.
Para muestra y sin quejarme demasiado, busquen lo que se ha aprobado en Florida o en El salvador o quienes han estado ganado las elecciones en el mundo, más allá de ideologías o de partidos, usemos la empatía, si cualquier medida se lleva a inocentes en su camino, no es una buena medida, venga de quien venga.