El saxofonista Rodrigo Garibay dio muestra del talento contemporáneo con Cartografía de la bruma, de Hebert Vázquez
Guanajuato, Gto.- “Resonancias de la dualidad”es el eje rector de la temporada de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), donde se combinan piezas clave de la música clásica y contemporánea. En ese tenor, el segundo programa rindió homenaje al compositor francés George Bizet, al mismo tiempo que se interpretó obra de Carlos Jiménez Mabarak y un estreno de Hebert Vázquez, esto en compañía del aclamado saxofonista mexicano Rodrigo Garibay.

De acuerdo al comunicado de prensa, en el Teatro Juárez, el concierto dio inicio con la Balada del venado y la luna (1948), del compositor mexicano Carlos Jiménez Mabarak, pieza concebida para ser bailada. En su estreno, el papel del venado fue interpretado por el bailarín y coreógrafo Guillermo Arriaga, con escenografía y vestuario de Rufino Tamayo; tiempo después, estos fueron rediseñados por Leonora Carrington.
El argumento del ballet refiere una antigua leyenda maya. El venado baja a beber al ojo de agua; al mirar el reflejo de la Luna, queda prendado de ella. Perseguido por un cazador, el animal es protegido por las nubes, amigas del astro, aunque es alcanzado y cae a los pies de su amada, quien lo cobija y consuela hasta el momento de su muerte.
En seguida, el público pudo atestiguar el estreno mundial de Cartografía de la bruma (2021), de Hebert Vázquez, composición a pedido del intérprete y el cual se suma al proyecto de estreno y grabación de obras mexicanas para saxofón y orquesta que Rodrigo Garibay encabeza.
Garibay es un saxofonista y clarinetista mexicano con destacada trayectoria, reconocido por su versatilidad y profundidad artística, siempre en búsqueda de nuevos lenguajes musicales. Ha sido solista con importantes orquestas mexicanas y participado en más de 70 producciones cinematográficas; incluso ha sido nominado al Ariel por su trabajo como compositor.
Durante la composición de la obra, se estableció un diálogo entre el compositor y el saxofonista sobre el color instrumental y el uso de las técnicas extendidas, como los multifónicos, el frulato, el growling, el slap tongue y las digitaciones alternativas.
Vázquez explicó que la obra, escrita en un solo movimiento, exhibe al instrumento solista en diferentes roles: como antagonista o integrado a la misma orquesta, y en entornos camerísticos conformados por subgrupos instrumentales más íntimos; inicia envuelta en una atmósfera tímbrica introspectiva, más bien abstracta, pero la sonoridad se abre a elementos rítmicos en los que es posible identificar alusiones al jazz, esto a partir de las experiencias auditivas del compositor. Garibay la ha calificado con mucha energía tímbrica, muy intensa y técnicamente muy demandante.
Después del intermedio, la solemnidad del homenaje llenó el recinto con la música de francés Georges Bizet, particularmente las suites núm. 1 y 2, compuestas como música incidental para la obra dramática L’Arlésienne (1872), del escritor naturalista Alphonse Daudet, la cual fue rechazada categóricamente por el público y la crítica desde su estreno.
Esta narra la historia de una joven mujer de Arles, pequeña ciudad provenzal (luego famosa por las pinturas de Vincent van Gogh), personaje que nunca aparece en escena y quien vive una violenta pasión con un joven campesino. Él, para olvidarla, se compromete con otra joven de su entorno, mas se suicida arrojándose por la ventana en la víspera de la boda.
Aunque la pieza teatral fue olvidada prontamente, Bizet no dejó morir su obra musical, por lo que organizó la primera de las dos suites con una seria labor de reorquestación para una agrupación completa, pues la partitura original fue pensada para 26 músicos.
Tres años después, Bizet murió deprimido por el fracaso de su ahora famosa ópera Carmen (que posee similitudes narrativas con L’Arlésienne). Tiempo después, Ernest Guiraud, a partir de las partituras originales de Bizet, realizó la segunda suite, la más popular de las dos que incluye piezas corales, arregladas para orquesta, aunque el menuet nada tiene que ver con la música original, sino que fue tomado de La alegre joven de Perth (1866), otra ópera de Bizet.
El siguiente programa de la OSUG será parte del XX Festival Internacional “Callejón del ruido”, bajo la batuta del maestro Ludwig Carrasco, director titular y artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, a efectuarse el viernes 22 de agosto con cuatro estrenos en el Teatro Juárez: a nivel mundial, Nostalgia de lo intangible, de Roberto Morales, y Sinfonía Núm. 1, de Francisco García Ledesma; estrenos en Guanajuato serán la Sonante Núm. 9, de Manuel de Elías, y El mandarín milagroso, Op. 19, de Béla Bartók.