Se le atribuye a Emiliano Zapata la siguiente frase: “El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano, que se arrastre pero que no grite cuando lo pisen” y permítanme no estar completamente de acuerdo con el Caudillo del sur (si es que en verdad la dijo). Creo que en realidad ninguno somos águila, pero hay de gusanos a gusanos, algunos si luchan, otros nomás existen y otros pudren lo que todos sembramos.

Los que nomás existen (rastrerus ahivamus) no le hacen daño a nadie y no merecen ser pisados, a menos que a eso aspiren, que para todo hay gustos, no todos tienen tiempo, ganas, salud, información o valor para estar en la lucha, está bien, viven y dejan seguir.
Empecemos con los de la descomposición, primero el “gusano descalificador” (rasterus boconis), que no lucha y considera además, que está mal hacerlo, la mayoría de las veces ni siquiera están conscientes de que son gusanos y hasta llegan a pensar que solo los que pelean, por pelear, son gusanos. Explicaciones hay muchas: individualismo, intolerancia, falta de empatía o el creer que todo lo que no da ni dinero ni placer simplemente no se debe de hacer. Se les conoce por frases como: “Ya pónganse a trabajar” o “seguro les pagan por eso” o “sólo quieren llamar la atención”.
Esta clase de bicho fácilmente se convierte en el “gusano represor” (rastrerus diazordasis) ése que considera que el orden, los edificios, la ley, el tráfico fluido y todo demás es más importante que los gusanos que luchan (rastrerus dignus) y por lo tanto deberían exterminarlos y sospecho, tristemente, que muchos disfrutan o desean el castigo de los demás por que valida su apatía: “Mira como quedó aplastado, que bueno que me callado” o “Mira que se lo ganaron, dejaron los muros todos pintarrajeados”.
Pasando al tercer tipo de gusano plagoso encontramos a uno al que podemos llamar el “gusano pasivo- correctivo” (rastrerus mandonis) este no hace nada, aunque por lo que opina parece que todo lo sabe hacer, es el que se siente con la obligación moral de indicarle a los gusanos cuales se merecen el derecho de luchar, las causas que deben defender y los métodos que deben utilizarse, como si hubiese un manual de lucha correcta. Los delatan joyas como “Habiendo tantos problemas en nuestro terrario, pelean por los de afuera” “Deberían mejor protestar por otra cosa” o “Esas no son formas”.
Reconozco la lucha siempre y cuando esté a favor de que las mayorías sean beneficiadas y las minorías excluidas sean reconocidas, porque tiene la nobleza de que al triunfar, va a beneficiar a todos los gusanos por igual incluso hasta a los que se molestan cuando les quitan el zapato de encima.
¿Y las águilas? Se están preguntando los que hasta aquí llegaron, esas son contra las que se lucha, no contra nuestros hermanos gusanos, ni con los que se ponen de su lado.