Existen varias formas de hacer amigos y casi todas son positivas: compartir una situación específica, intereses en común, personalidades afines, humor compartido etc. Algunas se mantienen en el tiempo, otras cambian con las circunstancias o con el desarrollo de los involucrados, pero normalmente las asociaciones suelen ser fructíferas y mutuas.

No es así en el caso del enemigo en común y eso deberíamos tenerlo en cuenta, el tener una disconformidad con un tercero o con el entorno no nos hace automáticamente similares, pues hay que tomar en cuenta los procesos y motivos por los que se llega dichas conclusiones y que son más importantes, incluso, que las mismas conclusiones, por ejemplo, si una persona persigue que se esterilice a los animales callejeros para evitar el sufrimiento de sus crías y otra quiere que se esterilicen para que se extingan, claramente no son iguales y en el momento en que logren su objetivo primario, tendrán discordancias y alguno de los dos va a salir perdiendo y siendo el medio o el proyectil para conseguir algo que no deseaba.
Y puede ser peor aún, si una mujer está en contra de su jefa por se inconsistente o autoritaria y se une a su compañero que no apoya a la jefa por el simple hecho de ser mujer, al momento de que la jefa deje de ser un factor se volteará contra su aliada. Aquí entonces se termina atentando contra uno mismo en pos de tener aliados o razón y eso es sencillamente, un disparo en el pie (en el propio, claro está).
En un tercer caso, es posible también terminar siendo la imagen o el pretexto de una causa ajena, ya sea porque los que verdaderamente se quieren quejar temen a las represalias o porque carecen de legitimidad para hacerlo. Si un niño nunca hace tarea es muy probable que no le hagan caso si se queja de que es demasiada, en cambio si habla en nombre del niño que siempre la hace, que tal vez se quejó en privado de ello o tal vez ni siquiera eso, tienen más posibilidades de triunfar y menos de ser castigado si no funciona.
El descontento puede ser tan incómodo como una piedra en el zapato y por lo tanto llega a tornarse en una urgencia, pero a veces en el afán de terminar con lo que nos incomoda terminamos por crear daños colaterales hacia nosotros o hacia los demás, por no fijarnos en los aliados o en los medios que ocupamos, ya que se puede caer en ideas o conductas peores que lo que estamos criticando de principio, como apoyar el nazismo porque un judío en particular te perjudica o quemar brujas porque odias a tu vecina. El enemigo de tu enemigo, solo puede ser tu amigo si es que existen puntos más importantes de coincidencia que una molestia concreta.
