Este laberinto va por todas las navidades, las que ya fueron y las que vendrán, por las opulentas y las apretadas, por las alegres y las tristes, por las que congregan y por las solitarias. Por las que te dieron ilusión y las que te rompieron el corazón, por esas donde se sintió la plenitud y por las incómodas que dan ganas de huir.

Por todos los que la esperan con ansias, por si la temen, por si la odian o por si la quieren. Para ti que me lees. Es inevitable, eso sí por eso se trata de incluir, aunque no quieras, la vas a ver, la vas oír y aún sin invitarla va a venir, por que prácticamente ya está aquí y desde hace mucho ha sido así. Se meten sus luces por las ventanas, los villancicos te persiguen, te dan el día, se intercambian regalos hace frío, huele a pavo y los romeros que de normal ignoramos se venden a precio de oro por gramo.
Se consume, nos consumimos, corremos, nos divertimos, algunos años son más tristes, unos se van para siempre y también, llegan y vale la pena seguir, por ambos. A muchos les da tristeza, ese empuje a ser feliz a veces es aterrador, lo mucho que hay de todo a veces pone a la vista lo poco que hay en fechas más normales.
Si están con su familia, sean amables, no se va a resolver la política, la economía, los terrenos o el futbol en una charla con foquitos de fondo, no cambia nada, cedan, incluyan al adolescente solitario, al tío solterón, a la abuelita que no está tan feliz con los nuevos tiempos, todos están y eso ya hace más bonito el año. Huye del conflicto, persigue el postre o el plato favorito, que en fin solo es una vez al año. No preguntes por cosas que no puede cambiar ahorita, la tesis, la pareja, los hijos o el sobrepeso no van a cambiar ahorita ¿para que los haces sentir mal?.
Si quieres verte sensacional, estrenar, ir de pasarela a comprar los hielos en el barrio está bien, si te gustan las pijamas, los suéteres navideños es tu rato, si no se puede estrenar, tampoco hay fallo, no hay derecho de admisión, no te van a racionar el pavo. No te angusties tanto por la cena, por los regalos, por dar más allá de lo que se tiene, de lo que se puede o se quiere.
Si la soledad es tu opción o si no pudiste elegir, dale, sin culpa, no todos quieren o tienen familia, no todos están cerca, no todos se sienten bien hoy, hazte la noche feliz, aunque sea con una bolsa de papitas, una manta, una peli o unas risas. Si conoces al solito, llámalo, no lo presiones, ni siquiera le digas que es navidad, tal vez basta con un: “Hola he pensado mucho en ti, ¿Cómo estás?”.
Felices navidades, diversas como nuestras realidades, para todos.
