Fiesta de las Flores en Guanajuato

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Jorge Olmos Fuentes

Calle Luis González Obregón durante la fiesta

Guanajuato, Gto., 25 de marzo de 2010.- Desde la noche del jueves y hasta el mediodía del viernes, los manteles largos salen del ropero en Guanajuato con motivo de la Fiesta de las Flores. Saludable y regocijante ocasión para atravesar la noche y ceder el paso al colorido floral, adornos y juguetes propiciatorios de la abundancia que ahora mismo atraen a la gente a las calles del centro de esta ciudad hermosa. La consigna parece indicar, con ancestral sabiduría, que renovarse es un modo de no morir, de mantener la continuidad del ciclo de lo vivo.

Al paso por la calle Luis González Obregón, uno tiene la ocasión de quedar inmerso en una escena tan real que parecería inverosímil. Sobre una y otra de las banquetas se arraciman flores de papel, flores de hoja de maíz, huevos de Pascua rellenos de confeti e impregnados de diamantina, figuraciones de animales o cosas emblemáticas del campo como adornos coloridos en su carácter propiciatorio de abundante cosecha, por ejemplo borregos, pollos, espantapájaros con hojas secas de maiz, todo lanzado a los días venideros.Un ambiente aderezado con los colores de un sinfín de flores, con sus perfumes y sus innumerables formas, frescas, envueltas en papel de la china, con celofán rosas desprovistas de sus espinas.

En los patios de las casonas, en los vestíbulos de edificios, altares teñidos de morado se levantan en homenaje a la Dolorosa. Reluce su cromatismo al mismo tiempo luctuoso y vegetal, las ramas tiernas de trigo, las frutas en demasía, el agua de colores como lágrimas de varios sentimientos. La gente los contempla, aguardan a recibir su ración de agua, de nieve o de caldo. Los símbolos están a la vista para quien sepa leerlos: un mensaje brota, una referencia a los frutos de la tierra, en forma de tiernos brotes, en la madurez de las frutas, en las semillas dispuestas según diseños de inspiración cristiana católica. La Virgen María es la Virgen del Dolor, pero también la Madre de la Tierra, ente superior a quien se invoca, a quien se ruega, para renovar el ciclo agrícola. Como si su hijo, al morir, igual a la semilla, fecundase la tierra hasta incrementar su fertilidad, hasta hacer de ella una cornucopia, en la que caben todas las figuraciones que asaltan la mirada al paso de este corredor, cotidianamente llamado Calle Luis González Obregón.

Borregos propiciatorios de la abundancia

El Jardín Unión ha visto a los jóvenes andar en sentidos encontrados, los muchachos y las muchachas, con flores en las manos y promesas en las miradas, aunque hay tanta gente que no se perciben esos movimientos. Las mujeres salen a la calle con su ropa estampada de flores, o portan atuendos reminiscentes de la vida agrícola. Toda la población se arracima en el centro de la ciudad, en el jardín con trazo de pastel, en el sitio de reunión desde hace muchas, quizá muchísimas, décadas. El centro de la ciudad huele a campo, a fiesta ritual, llena lo que ven los ojos con la explosión de mil colores. Guanajuato es una fiesta, florida en toda regla, celebración agrícola religioso-poética. Rito trascendente en la economía espiritual guanajuatense, acontecimiento anual que promueve la convivencia de todo mundo en torno a las lágrimas de la Virgen de Dolores, en el propósito único de tener días de abundancia, en todo sentido. Aquí todos somos iguales, al amparo de la Virgen, en contacto con los elementos elementales. Ante esto nadie puede permanecer inmune.

Infaltables los huevos de Pascua
Altar de la Presidencia Municipal a la Virgen Dolorosa