Jorge Olmos Fuentes
Guanajuato, Gto., 11 de abril de 2010.- Cuelga de las paredes del Museo Casa Diego Rivera una espléndida obra de arte, creada por a, que importa sobremanera en Guanajuato. Es una tinta aguada, que integra una serie de tres piezas, datadas a principio de los noventa del siglo pasado. Ésta se titula Calderones III y es una vista panorámica de la cumbre del mismo nombre (de la cual aquí sólo se presenta un detalle), que todos en esta ciudad capital conocemos, o cuando menos sabemos reconocer a la distancia, por la peculiar conformación rocosa de su cima. Es sobresaliente por la perfección de su dibujo, por el control ejercido sobre la tinta en la superficie del papel, por el dominio compositivo que se refleja en el plano horizontal de magnitudes reducidas, y sobre todo por la alegría de la mirada del artista que la ha creado, una mirada que trasluce un acentuado placer contemplativo. Con ella, la serie de tres piezas solidifica un conjunto plástico por demás notable en este magno intento del Museo Diego Rivera de emprender una ojeada al paisaje en pintura. La de Nishizawa es, por lo demás, una exposición abismal, cuya percepción bucea en las profundidas interiores sin reservas ni restricciones, al tiempo que tiende la mirada sobre lo que hemos dado en llamar realidad palpable en la forma del paisaje.
Allí está, por ejemplo, otro cuadro dedicado a los aledaños de Guanajuato, titulado Las Comadres, espacio tantas veces fotografiado, pintado, visitado. En esta obra, a diferencia de la anterior, donde la precisión predomina, el color toma el mando y a través de masas plásticas sugiere los detalles que la pieza no contiene, si bien hay algunas rocas pormenorizadas, espléndidas en su concreción de agua teñida. «Nishizawa» es una colección valiosa en verdad, formada por treintaiseis piezas, según dice la cédula correspondiente, expuestas gracias a la co producción del Museo Taller Nishizawa y el Instituto Estatal de la Cultura a través del Museo Diego Rivera. Se trata de un reconocimiento al artista, ahora de 92 años, que visitó muchas veces Guanajuato, tanto para ofrecer su sapiencia artística como (lo vemos en estos cuadros) para aprehender la realidad paisajística de la ciudad. Un reconocimiento que merece a carta cabal un artista de esta magnitud, prestigiado a nivel nacional por la calidad de su trabajo y de quien el Museo Iconográfico del Quijote exhibe de modo permanente un formidable Quijote.