La embriaguez vital como método de creación poética

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ENTREVISTA CON JUAN MANUEL RAMÍREZ PALOMARES

Jorge Olmos Fuentes

El pasado jueves 12 de agosto tuvo lugar el lanzamiento editorial del poemario Mezcal de Juan Manuel Ramírez Palomares. Poeta que es referencia en cuestiones literarias en la entidad, que goza del favor público como pocos, y que escancia sus poemas como si los sustrajera de un largo periodo de maduración. En efecto, Ramírez Palomares no tiene prisa en publicar, pero sí una lucidez rotunda en torno a su oficio de poeta, formada a lo largo de más de treinta años de profesar ese ministerio. Amparado por el sello editorial de Azafrán y Cinabrio (que dirige el también escritor Benjamín Valdivia), Mezcal es un cuaderno de poemas, ocupado en su primera mitad por el poema que da título al volumen (fechado en 2007), y que incluye otras dos series: “Azogue” (data de 2009) y “De otro fue la palabra” (escrito en 1978). Con todo y su brevedad, entonces, se trata del poemario de un escritor consumado, de un poeta sin titubeos a la hora de plantarse frente a la realidad (sea lo que sea que así se nombre). Al término del acto público (en el que intervinieron Lilia Solórzano y Benjamín Valdivia), por cierto, impregnado de una especial sensación pues la lectura del poema se alternó en su transcurrir con las intervenciones de un trío de músicos que ofrecieron una ambientación sui generis, de corte contemporáneo. Allí, pues, en la Capilla Barroca del Museo del Pueblo de Guanajuato, formulamos a Juan Manuel Ramírez Palomares un puñado de preguntas, a las que respondió con seguridad y firmeza.

¿Cómo captas la sensibilidad de hoy, la circunstancia, el contexto, con relación a Mezcal? ¿Has escrito el poemario por reflejo, por oposición…?

Pues lo he escrito por necesidad, como todas las cosas que escribe cualquier persona. Por una necesidad de expresar quién eres o quién crees que eres, tu visión del mundo. Y esto no está reñido con otras parcelas de la vida. Todos los hombres, y las mujeres, todos los seres humanos creo que dedicamos una parte a la vida pública, al trabajo, a la intimidad, a la soledad, a la reflexión. Entonces Mezcal fue creciendo a la sombra, y en la oscuridad, y en la soledad, y en el camino de las sustancias que alteran los sentidos y nos permiten ver más allá de estos. No es una doble personalidad ni una doble moralidad sino que es la otra cara de la misma moneda. Como cualquier persona. Lo que ocurre es que, cuando escribes, te desnudas, te entregas, sin pensar tanto en lo que van a decir, o en lo que van a opinar.

En tu caso, cada poemario es algo muy personal, una experiencia muy individualizada. ¿Qué significa Mezcal ahora?

Pues igual, es como una marca en la bitácora de mi existencia. Es subrayar con color rojo una etapa que allí está y de la que he recibido muchos aprendizajes. Porque también está eso: de lo oscuro, de lo marginal se obtienen grandes enseñanzas. Entonces allí está Mezcal. Después de eso, es cierto, hay algunos trabajos inéditos. Tengo por ejemplo un libro de poemas para niños que tiene como título La poesía es ¿una cosa? Una pregunta. Y trato de desgranar esa idea: si es una cosa, si es un ser viviente. ¿Qué es la poesía? Y bueno, pues sigo escribiendo. Estoy intentado ahora edificar un refugio para escribir lo que la memoria me dicte. Finalmente. Ya estoy, no sé qué tan cerca, pero no son los veinte años de los poemas que vienen en la última parte de Mezcal. Ahora son 53 años, sigo disfrutando la vida, pero desde otro lugar, y desde otra manera de percibirla.

¿Cómo te ves frente a esta idea: la embriaguez como método de creación poética?

No exactamente. Es la vida, entre la que se encuentra la embriaguez por cualquier vía. En mi caso, ha sido durante algún tiempo el alcohol, que es sabrosísimo, una vía de conocimiento. Yo así lo entiendo porque así lo he vivido. Como una vía de conocimiento personal. Sobre todo bucear en mi propio interior y encontrarme cosas, situaciones maravillosas de alegría pero también la pesadumbre, bueno, como dice otro poemario, el olor de la fruta. Entonces Mezcal es un reflejo de una etapa de la vida, de un cierto momento. ¿Qué está ocurriendo en este momento aquí adentro del bar, y qué pasa allá afuera, y qué pasa aquí adentro de mi alma, qué pasa en mi ser? Y entonces en esos tres caminos (el de lo interno, lo externo, y los otros, los demás, los demás que somos nosotros) también como arriesgar algunas conclusiones, vitales, sobre todo.

Los poemas de juventud incluidos en el libro, ¿qué te representan y qué representan en el conjunto?

Me representan como mirar una fotografía de cuando aún no crecía el bigote (que no tengo tampoco, pero podría ser). Ver pasar el tiempo, y recordar que ese joven que eras sigue viviendo. El tiempo ha pasado por encima, pero adentro está uno mismo, está aun con el paso del tiempo. Yo me resistí un poco a publicar esos poemas tal vez por pudor o por una cosa así como que ya había superado esto. Pero creo que también es reconfortante comprobar que sigo teniendo la energía y el gusto por la vida que tenía hace treinta años. (17 de agosto de 2010)