Candil de la Calle

Se oyen pasos ciudadanos

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Así como una golondrina no hace verano, una Caravana por la paz, la justicia y la reconciliación difícilmente logrará alcanzar un objetivo tan preclaro pero tan inalcanzable en la realidad nacional de hoy como es la justicia para todas las víctimas de la violencia desencadenada… si no va a lo que sigue.

Es difícil al día de hoy acertar a cuál es ese paso. Pero muchos sabemos exactamente lo que NO queremos que sea. Lo que no debe ser.

Hay una muy peligrosa y delgada línea que separa a una convocatoria tan dolorosa, sentida, profunda en las heridas que comparten tantos mexicanos como la que desencadenó la tragedia del poeta Javier Sicilia (quien ha insistido tanto en que no se le etiquete como único líder) de la manipulación, el sesgo, la conducción interesada en mesianismos o la claudicación conveniente encaminada por políticos o pseudo intelectuales inmorales.

La inconformidad que desencadenó el proyecto de desarrollo inmobiliario en las faldas del cerro del Hormiguero, sobre el acceso “Diego Rivera”, aún debe trascender al éxito que le significó el contundente NO mayoritario en el plebiscito de diciembre pasado.

Sigue un movimiento auténticamente ciudadano que defienda e impulse iniciativas que conduzcan a un desarrollo sustentable y ordenado de la ciudad —hacia su futuro— y frene (de ser posible, pugne por la corrección) las equivocadas o indebidamente lucrativas decisiones del pasado y del presente.

En nuestro estado, ciudadanos han marchado y marchan reclamando la paz y la tranquilidad en Celaya. Le han echado en cara a la alcaldesa Rubí Laura López Silva la inquina de la delincuencia desatada en robos a transeúntes, a domicilios, a negocios, secuestros, extorsiones.

Le reclaman el desaire que hace a esos ciudadanos a los que subestima e ignora.

En León siembra desconcierto, molestia y reacciones la anunciada decisión de los directivos del Instituto de Cultura del Municipio de cancelar la realización del Festival Internacional de Arte Contemporáneo, el FIAC, que ya rebasa su docena de ediciones dignamente, con todo y los bemoles que le suelen encontrar la comunidad artística, que en cualquier sitio es como un monstruo de mil cabezas (un término digno para la diversidad de expresiones, pensamientos, como para las “grillas” y competencias).

No hay claridad en los motivos de la cancelación, o de la suspensión, o de la reformulación del concepto —términos oficiales que suenan todos a justificación insuficiente— del FIAC.

Pero de algunos comentarios expresados —como ocurrió con el movimiento ciudadano contra el desarrollo en las faldas de la Bufa— a través de las redes sociales, Facebook y Twitter, las inquietudes están saliendo ya al activismo público, social, encuentros, propuestas y un entramado civil que ojalá se deshaga de algunas vísceras insanas que también se han soltado entre algunos participantes, y lleve a buen puerto una expresión artística de la comunidad leonesa con un festival propio que consiga sus auspicios, pero que también exija al estado, en este caso al gobierno municipal, las explicaciones suficientes y la transparencia en los recursos y proyectos que se están destinando a la cultura en León.

Y también sobre los dineros que se han dejado de destinar para ello, porque tal parece que éste es el caso.

Nada nos envidian los leoneses con Nicéforo Guerrero, si ellos tienen a su Ricardo Sheffield, ¿verdad?

Se oyen pasos ciudadanos.

Causas las hay, y muchas.