Benjamín Pacheco López
Guanajuato 25 de octubre de 2011.- Un viaje a través de las posibilidades carnáticas de la música hindustaní, enfatizado en la estructura, escala y ritmo, formaron parte de la experiencia artística propuesta por el grupo Laya-Nadaamrit.
Los integrantes, reconocidos como embajadores musicales de la India, se presentaron en la Ex Hacienda de San Gabriel de Barrera, donde deleitaron a los asistentes de la edición 39 del Festival Internacional Cervantino (FIC).
El concierto se caracterizó por su sentido didáctico, pues el líder Vidwan Sri Amrit N. explicó a la audiencia en qué consiste un ensamble de percusiones tradicionales de la India, así como una descripción detallada de cada uno de los instrumentos utilizados.
Por lo que de manera previa a la presentación refirió el uso del tambor mridangam (de dos lados que generan sonidos distintos) y el khanjira (similar a un pandero clásico hindú con muchas posibilidades de sonido).
Le siguieron la tabla y el tambor pakhawaj, del músico Pandith Sri Udayaraj Karpur; así como los tambores chande e idakka de Vidwan Sri Harsha Samaga, de importancia dentro del folklor de la India, donde resalta que el idakka es pequeño y está amarrado con cuerdas que influyen en la musicalidad deseada.
El ghatam es similar a las vasijas de barro empleadas en México y estuvo a cargo de Vidwam Sri R. Ramesh, quien utilizó dedos, canto y palma de la mano para lograr distintos efectos en dicho instrumento de percusión.
Por último, el morsing —anillo de metal con forma de herradura que se pone a vibrar entre los dientes— de Vidwan Sri D.V. Prasanna Kumar; y la flauta de Vidwan Sri Chandan Kumar, que en palabras de Amrit N. es el “principal músico”, pues sin su participación no habría melodía.
Tras dicho preludio, Laya-Nadaamrit presentó básicamente dos extensas composiciones: la primera dedicada al dios Ganesha o Ganesh, que en sánscrito es el “señor de las ganas”, caracterizado por representar la sabiduría y las letras, así como sus cuatro brazos, gran barriga y cabeza de elefante.
“Quita los obstáculos para que se tenga éxito en cualquier cosa”, especificó Amrit N., a una audiencia —en la que se encontraban diplomáticos de la India— que siguió atentamente cada parte del concierto.
Posteriormente interpretaron una pieza de uno de los grandes compositores de la India, llamado “El rey del sacrificio”, misma que está dedicada al dios Rama, quien es el más popular entre sus creencias y suele ser representado como un joven de piel azul clara o verde clara, con un arco y que hace el gesto hindú llamado “mudrá” que es de promesa de protección.
De manera general, Laya-Nadaamrit generó amplias experiencias sonoras, marcadas por el misticismo y un gran respeto al tiempo y las estructuras musicales, donde el tema central es que “el ritmo es universal”.
Por ello, cada músico tuvo la oportunidad de realizar múltiples ejecuciones para resaltar las posibilidades de sus instrumentos, mismos que elaboraron una atmósfera de resonancias hindostánicas que llenaron de armonía el conocido recinto colonial. Debido al impacto creado en el público, el grupo alargó otra hora su presentación y constantemente fue ovacionado, situación que resultó halagadora para Amrit N., pues logró uno de los fines que tiene la música: capturar los sentidos de los escuchas.