Reflexiones inevitables

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Yunuen Alvarado Rodríguez

E. T. A. Hoffmann, imagen de un libro antiguo (Foto: Especial)

Nos encontramos sentados en la incomodidad del cruel e inexplicable tiempo secuencial, es que nuestros autores, a los que hemos abordado a lo largo de todo este año logran detener por un instante y fotografiarle la cara aunque en el instante siguiente la imagen desaparezca de la fotografía recién expuesta.

Como sujetos hechos de tiempo, como lo plantea el argentino narrador y poeta Jorge Luis Borges, no podemos escapar a la ineludible, áspera y ruin secuencia del tiempo, que nunca vemos, que jamás sabremos qué cosa es exactamente y aún así nos consume antes de que podamos darnos cuenta.

Henos aquí entonces a punto de ver concluir la vida de otro año, hijo del cruel tiempo quien se encuentra ya engendrando otro hijo más en el que debemos poner en práctica la secuencia de instantes que conforman nuestra vida.

Este año que acaba ha sido sin duda un devenir constante de oportunidades de elecciones simples y complejas para cada uno de nosotros y entre esas elecciones simples que nos ayudan posteriormente a resolver hacia dónde irán nuestras decisiones complejas, están nuestros momentos de recreación, momentos que enriquecen nuestra vida poco a poco y de forma tan sutil que en muchas ocasiones logran hacernos creer que el tiempo no transcurre, que todo se ha quedado inmóvil.

La lectura inspira muchas veces esa sensación o por el contrario, que el tiempo se parte y que como lectores participamos de dos universos distintos y ampliamente discordantes en cuanto a ritmo se refiere; nos ofrece la posibilidad de detener un poco a ese monstruo que tarde o temprano se verá explícito en nuestras vidas y nos mostrará a través de nuestra memoria y la de los otros que toda nuestra vida es suficiente para constituir nuestra propia ficción.

El acercarnos a mundos inexistentes e inexplicables pero aún así posibles también es parte del tremendo goce literario al que tenemos acceso si nos permitimos la oportunidad de acercarnos a la literatura tanto como nos sea posible cada día.

Agradezco su constante lectura, su interés y esperamos contar con sus amables miradas el año entrante, con el fin de seguir provocando la curiosidad en sus mentes y entrañas, esa curiosidad que al identificarse con lo que hace o dice un personaje literario no cesa, sino que aumenta de manera desmedida convirtiéndose en un hábito y luego, en una adicción por la lectura.