Literaria

Concepción circular del universo y el sinsentido de buscar un origen: “La biblioteca de Babel”

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Borges en 1951, según Grete Stern (Foto: Especial)

“La biblioteca de Babel” no es precisamente la narración de una historia que se desarrolla gradualmente sino la descripción de un panorama caótico pero aún así cíclico desde la perspectiva de un bibliotecario, es decir de un habitante de “La biblioteca de Babel” que nos habla de su contexto desde su perspectiva individual.

Comienza equiparando al universo con una biblioteca construida de un número infinito de galerías hexagonales cercadas y ventiladas todas de la misma manera, la distribución de cada una en ellas es invariable también.

Posteriormente menciona que a cada uno de los muros del hexágono corresponden cinco anaqueles y cada uno de ellos contiene treinta y dos libros, cada uno de cuatrocientas diez páginas de cuarenta renglones cada una, y a su vez cada renglón es de ochenta letras negras, en el dorso de cada libro también hay una serie de letras que no aproximan en lo absoluto lo que el libro dice.

En el cuento se habla de la biblioteca como una totalidad, que abarca absolutamente toda combinación posible a través de las veintitantas letras del alfabeto (en ocasiones refiere veinticinco y en otras veintidós). Pero a pesar de esto todos los libros son confusos y no se puede acceder enteramente a lo que éstos contienen.

Considera las variaciones del lenguaje que se manifiestan en los libros conforme a la distancia que existe entre las galerías hexagonales y conforme al tiempo en que cada libro fue escrito: “Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible” (Jorge Luis Borges, “La biblioteca de Babel”, en el libro de cuentos Ficciones ).

Pero aún así menciona que cada libro está traducido a cada una de las variantes de las lenguas, y todos ellos contienen elementos comunes.

Los habitantes de la biblioteca lidian con una realidad que tiene un código propio, una forma constante, elementos comunes, sin embargo el entendimiento de estos bibliotecarios tiene límites y no son capaces de comprender por completo siquiera una sola de las partes del todo en donde habitan.

En el cuento, la realidad de la biblioteca se nos muestra en forma de ciclos ordenados de la misma forma, todos desde las galerías hasta los caracteres con que los libros han sido escritos contienen a pesar de sus diferencias, elementos constantes que permiten a los bibliotecarios hablar de una ley general que fundamenta la biblioteca.

La metáfora que aquí se nos presenta equipara la biblioteca con el universo y a los bibliotecarios con los hombres quienes no descansan buscando cómo descifrar los principios de éste.

Lo anterior refleja esa naturaleza humana de la curiosidad, esa necesidad que los hombres tienen de explicar el universo y sus leyes a pesar de que el conocimiento que han construido de éste sea a partir de pre-supuestos y nunca le haya permitido llegar hasta el verdadero origen ni a la causa primera del universo.

El ejemplo es tan simple como el hecho de ser guiados por un mapa perfectamente estructurado y entendible para todos, hacia un tesoro que nadie enterró; por los siglos de los siglos el mapa seguirá siendo utilizado, quizá reinterpretado y enriquecido con nuevas rutas pero siempre conducirá al mismo punto en el que nada hay.

De esta manera los hombres continúan navegando en una deriva con dirección, su meta es clara pero sigue siendo una suposición que no llevará nunca a ningún punto en concreto sino a un punto que generará aún más confusión.

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Yunuen Alvarado Rodríguez es licenciada en Letras Españolas, egresada de la Universidad de Guanajuato. Actualmente realiza su trabajo de titulación bajo la dirección del Dr. Andreas Kurz.