Candil de la Calle

Cordovazo

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Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo.

Sigmund Freud

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Dr. José Ángel Córdova y PRI (Fotos: Archivo)

Fue una final no apta para cardiacos.

“El PRI ha sido fiel a sí mismo en Guanajuato”, dijo esta tarde Pedro Joaquín Coldwell en la ciudad de México.

Nada  más cierto. A sí mismo, no a la ideología, ese concepto primitivo de un pasado que se queda cada vez más lejos de las oficinas de los partidos políticos.

El coqueteo-jaloneo-balconeo entre el PRI y el doctor José Ángel Córdova Villalobos es el mejor ejemplo de ello.

Cuentan las malas lenguas que durante todo el lunes, las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional operaron cual carrusel de feria: en unos momentos algunos estaban arriba, y unos pocos minutos después ya quedaban abajo.

Eran los aspirantes a la candidatura a gobernador por Guanajuato, un estado en el que, está clarísimo, al PRI del centro y de Peña Nieto sólo le interesaba menoscabar en algo los cientos de miles de votos que el gobernador Juan Manuel Oliva ofreció aportarle a Josefina Vázquez Mota… y darle en la torre al Partido Acción Nacional.

Así, el doctor José Ángel Córdova Villalobos, al parecer, acabó siendo la víctima… de sí mismo. Y los priistas también.

Quizá desde mucho antes siquiera de que tomara la decisión de contender en el proceso interno por la candidatura del PAN a gobernador, el ex secretario de Salud había establecido los contactos y los acercamientos con integrantes de las dirigencias del PRI y del PVEM.

Esta es una historia ya contada en estas páginas.

Los acercamientos se convirtieron en una olla de presión a partir del 5 de febrero, cuando Córdova perdió ante el considerado candidato oficial del gobernador Juan Manuel Oliva y la estructura yunquista en Guanajuato (aunque se quiera aparentar lo contrario), Miguel Márquez Márquez.

En la olla de presión estaban los priistas, con el mismísimo Peña Nieto a la cabeza, convencidos de que el doctor les daba números superiores en la competencia, y la posibilidad de conseguir la recuperación de la gubernatura, inclusive.

Era, para los adormilados ciudadanos guanajuatenses, un escenario no apto para cardiacos, para reavivar el interés, para sacar de la modorra electoral y los apáticos que se conforman al estilo del viejo PRI y el nuevo PAN con este esquema de “para qué participo, si ya sé quién va a ganar, si van a ganar los mismos”.

Es cierto que en ese entonces, la presión generada al interior del PAN llevó a convencer a Córdova Villalobos de cerrar esa puerta y, en una aparente decisión de conformidad y aceptación, integrarse en apariencia al equipo de Josefina Vázquez Mota, y posteriormente, a esperar una posición ofrecida en la lista plurinominal al Senado de la república.

Pero el domingo sufrió otro revés. No le alcanzaron los merecimientos —y quizá operaron en su contra los resentimientos—, ni siquiera las altas lealtades con el presidente Felipe Calderón y Margarita Zavala, y lo mandaron al sótano de las listas, con mínimas, casi imposibles posibilidades de entrar a la Cámara alta por la vía plurinominal.

Y el lunes 27 ya estaba de nuevo en diálogo con el PRI. Previamente, ese lunes temprano, había consultado a los operadores políticos del Partido Verde Ecologista para saber si seguía contando con su respaldo en caso de volver los ojos a esta postulación, otra vez. Y otra vez, tampoco.

Unas horas después, una llamada desde Los Pinos, un encuentro con Calderón luego de estar varias horas en el CEN del PRI, y todo se había conjurado. Otra vez.

Juan Ignacio Torres Landa balconeaba “el desaseo”. Como si sus maniobras para amarrar candidaturas (anunciándolas primero y acordándolas después con los interesados,  muchos de los cuales le rechazaron la invitación) no hubieran tenido ese cariz.

Emilio Gamboa Patrón asumía su encomienda de heraldo tricolor y anunciaba que “los sectores y organizaciones se pronunciaban por la candidatura de unidad” de Torres Landa.

En León, priístas afines a Francisco Arroyo rechazaban el espectro del cordovazo y exigían respeto a su militancia, mientras Arroyo, contrito al extremo, admitía que se impuso el freno para no desbocar la rebeldía… y que el jefe Beltrones le pidió acompañarlo, una vez más, ahora en la Cámara de Diputados federal.

Así se arreglan en el PRI.

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Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.