La noche que fue nuestra

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HORIZONTERIO

Paloma Robles Lacayo

09 de febrero de 2012

Claro que lo confieso: visité el cementerio de mis instantes. Y peor aún: me detuve frente a la tumba de esa noche… Yo sé que me he comprometido contigo, y que te he dado mi palabra de reservarme tu nombre, de obviarlo en la bitácora de viajes de retorno, pero los hechos bastan, y he de revivirlos, para beber un poco más de las exaltadas emociones del puente nocturno que atravesamos entonces…

Yo, que así era todo el tiempo, me reía, y tú te dabas cuenta. Yo te proponía, y tu rienda suelta, ceñida como siempre a mis deseos, te permitía aceptar. Cuánto creció mi imaginación por ti. Fíjate, no había visto que mis deliciosas ocurrencias surgían a borbotones, en virtud de la fuerza y libertad que me insuflaba tu compañía. Todas las posibilidades se veían iluminadas en nuestros encuentros. Y pensar que nunca antes hubo, siquiera, el más mínimo acercamiento… Una felicitación, quizá un abrazo en los cumpleaños. No más. Nos dimos, tú las llaves, y yo los cascabeles para escoltarlas, sin saber que, con ellos, esbozaríamos los maravillosos imperios que se construían entre nosotros. Pero lo que continuó a aquel ocaso… y he de ser precisa. En este mausoleo y en medio de la más pura intimidad de mis recuerdos, puedo darme el gusto de hondear en las sensaciones, como si tratara de practicar una necropsia de ese feliz momento, para entenderlo, o más acertadamente, para regocijarme una vez más en sus grandezas, y descubrir que puedan conservarse frescas. La hipótesis será evaluar si son inmarcesibles.

Pues bien.  Tus ojos me besaban cada vez que me veías… Eso me parecía. Yo danzaba, con mis palabras, en medio de ese mar de atención reverencial. Sí, tú eras el que reía con el despliegue en el que yo me convertía para ti. Acaso te extasiaba, lo recibías como una reciprocidad a tu fervor. El vino llegó, y nos llevó por un estrecho y cavernoso rumbo hacia la euforia. Ahí, no te dejé ir. Ya en mis laberínticos dominios, ofrecí la propuesta, o lancé el señuelo, para que te quedaras conmigo. He de reconocer que, ciertamente, me guste dormir acompañada. Existía la posibilidad de la aparición de tu resistencia, escrupulosamente prudente, a la que por supuesto procuraría disuadir. Corrí con suerte. No hubo necesidad de agotar mis argumentos. Accediste. Sólo restaba elegir tu lado de la habitación, y deparaste para mí tu lado derecho. A los pocos centímetros de distancia entre nosotros que podían caber en una ventana doble que da a Morfeo, estuve muy tranquila, y consistentemente muy cerca de ti. He dormido en una de las mejores noches de mi vida, a pesar de la inmensa risa que reinaba mi jurisdicción interna por las curiosas circunstancias, incluso con el infinito desconcierto en tu rostro, y hasta tu sospecha sobre la viabilidad de abandonarse para descansar, que alcancé a atisbar cuando arribamos a la alcoba.

No hubo presencia de tus manos que turbara la naturalidad de las entrañas de mi morada. Me resultó insospechadamente fascinante la certeza de que estabas ahí, que permanecerías horas. Sí fue un periplo, andado en esa línea del tiempo, en el vehículo de lecho, unidos, si fuera, por el pensamiento.

Recién me lo aclaras. Ni mi cabello, al menos, fue visitado por tus dedos. Pero ya lo sabía. No importa. Venero la cantidad perfecta de tu ausencia para inmortalizar nuestra concurrencia. Aún me siento muy divertida por mi travesura de convocarte…

He venido a despedirme, aunque no pueda. Es debido salir de este fúnebre jardín.

He de desafiarlo todo, hasta probar mi poder de traer al presente lo que me importa. La respuesta a la interrogante que surgió dentro de mi necrópolis no habría de estar ahí. Salgo, porque sólo hasta reunirme contigo sabré la dimensión de lo que subyace, y te voy a encontrar.

Me has dado tanto, que no podría ser de otra manera.

Lo decido yo, y voy a seguir alimentándome de ti.

Gracias.

*

Paloma Robles Lacayo se define como La mujer del tiempo, La duquesa del Beso, Un imperio de mujeres junto al mar, Alguien indefinible. Contacto en: fuegoeingenio@yahoo.com.mx.