En la época actual, uno de los grandes temas es el llamado efecto de invernadero, que afecta de forma muy diversa grandes regiones de nuestro planeta y Guanajuato no es la excepción.
En tiempos recientes, las anomalías climatológicas nos presentan cambios relevantes en la humedad, la temperatura, el viento y los patrones de precipitación. Trataremos de explicar lo que el efecto invernadero tiene como consecuencia en la salud y la producción de alimentos.
El preocupante tema de los alimentos, que en nuestro tiempo y en cualquier otro es vital para la subsistencia del ser humano. Hoy presenta grandes trastornos al presentarse cada vez más una gran limitación en la radiación que llega a la tierra y que repercute en una pobre producción de granos y frutos.
El tema que cobra mayor relevancia es sin duda el crecimiento de las poblaciones y con ello el alto consumo de alimentos, además el agua que se requiere para el consumo y aseo diario también es necesitada para la producción de alimentos.
El efecto de invernadero puede ser de origen natural o artificial, lo que es un hecho es que la penetración de los rayos solares disminuye y lo contradictorio es que a pesar de una menor penetración, la radiación que se queda en nuestro planeta incrementa sus efectos, como consecuencia de la contaminación y en este caso repercute de forma directa en la salud de los seres humanos al asociarse partículas contaminantes al vapor de agua.
Debemos recordar que uno y el mayor efecto de invernadero es el vapor de agua que existe en nuestra atmosfera y que además es el que permite la vida en la Tierra al elevar el promedio de las temperaturas en el planeta. En fin, elementos de origen antropogénico o no el resultado es una menor radiación en la Tierra que provoca tierras más estériles que por supuesto limitan la generación de alimentos y una pobreza importante en sus cualidades vitamínicas. Por lo tanto, lo que hoy se remedie sin duda beneficiará a las siguientes generaciones, si es que deseamos dejarles algo. Esto es de pensarse ¿no?
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Nativo de Guanajuato, se inició en la meteorología a la edad de 17 años con Luis Miguel Campos Castillo. Trabajó con el Ing. Miguel Izaguirre Mendoza responsable de la meteorologia, sismologia y astronomía de la UG. Fue jefe del observatorio ante la ahora desaparecida SARH. Su formación la adquirió con el Servicio Meteorológico Nacional y dentro del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua con sede en el estado de Morelos. Ingresó a la CONAGUA en 1991 y hasta el 2007 como instructor y jefe del Observatorio Meteorológico de Guanajuato. Forma parte del personal de la UG desde 1982.