Las cosas como son

El discurso

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CANDIL DE LA CALLE

Verónica Espinosa

28 de marzo de 2012

Ya se trate de ciencia o historia, es preciso desconfiar de la ignorancia que se encierra bajo el término “fatalidad”.

Gustave Le Bon

(Foto: Especial)

“Este país es un desastre. No puedo hacer más. Ojalá que usted sí”.

No fueron estas las palabras que pronunció el presidente Felipe Calderón cuando su oratoria entregó las esperanzas de todos los mexicanos —porque lo hizo a nombre de todo el pueblo de México— al líder de la Iglesia Católica, el papa Benedicto XVI.

Pero casi.

El presidente recibió al Jefe del Estado Vaticano en una ceremonia rebosante de protocolo el viernes 23 de marzo en el Aeropuerto Internacional de Guanajuato. Todo iba bien… hasta que se reclinó ante el confesionario y echó fuera todas sus culpas, las propias y las compartidas con un gobierno que hizo del cambio una quimera.

“La presencia de Su Santidad entre nosotros adquiere un significado enorme en horas aciagas, en momentos en que nuestra Patria atraviesa por situaciones difíciles y decisivas… lo recibe un pueblo que ha sufrido mucho por diversas razones, y que a pesar de ello, hace enormes esfuerzos todos los días para llevar alimento a la mesa de la casa, para educar a los hijos, para sacar adelante a la familia… México ha sufrido la violencia despiadada y descarnada de los delincuentes… también hemos sufrido sequías e inundaciones sin precedentes (…) además de epidemias y terremotos… su visita nos llena de alegría en momentos de gran tribulación…”.

Mientras escuchaba las palabras del presidente del fin del sexenio, me preguntaba ¿en cuál México vive Felipe Calderón? ¿En el México que nos describe todos los días mientras corta listones, el próspero, en crecimiento, donde se trabaja por la paz y se mete a la cárcel a los delincuentes y hay justicia y riqueza y la crisis no hizo mella alguna en las finanzas y la economía nacional?

¿O vive en este México descarnado, exhausto, sin esperanza, lleno de dolor, de pobreza, de familias desintegradas por la migración, el que le describió a Benedicto XVI, a Joseph Ratzinger de tú a tú, supuestamente de jefe de gobierno a jefe de gobierno, claramente de hombre que exhibe en toda la dimensión de sus palabras el fracaso del gobernante, al líder religioso en el que busca consuelo y la expiación de las culpas?

Sí, una religión que mayoritariamente se profesa en México. Pero se pasa de justificar el recibimiento, los recursos, las obras, la extrema, exageradísima seguridad que acabó por inhibir la participación pública que pudo ser mucho mayor, a desdibujar la delgada línea que, en el caso de Guanajuato, Juan Manuel Oliva acabó por borrar para compartir todo con la iglesia.

Hasta el gobierno.

El presidente Calderón reconoció sin ambages al país que dice gobernar. Sus palabras hablan de un México al borde del abismo.

Y entonces, la oportunidad: un México sufrido, dañado, pero aguantador, luchador, esforzado, chambeador… y muy católico.

Es cierto. Un país que se dice mayoritariamente católico, y se cita como argumento principal el censo de población del 2010 levantado por el INEGI. ¿Pero le toca al titular del Ejecutivo federal, al presidente de todos los mexicanos, presumirlo ante el jefe del Estado Vaticano? ¿Y le corresponde, como lo hizo, entregar “los corazones de todos los mexicanos” y pedirle consuelo, y asegurarle como lo hizo en la ceremonia oficial en el aeropuerto el viernes 23 que su visita “alentará el esfuerzo de los mexicanos y reconfortará su alma”, y que renovará la esperanza en millones de hogares en México?

Me lo sigo preguntando.

P.D. El Secretario de la Defensa de los Estados Unidos de Norteamérica, León Panetta, dijo tener informes de autoridades mexicanas de que, en la guerra contra el crimen organizado, han muerto en México 150 mil personas.

Con razón el presidente se pone de rodillas.

*

Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.