Lo que pensamos de la muerte sólo tiene importancia por lo que la muerte nos hace pensar de la vida.
Charles de Gaulle

Todos somos Regina.
Esta frase surgió de entre los primeros manifestantes, periodistas y sociedad civil, que se reunieron en la plaza de Xalapa el domingo 29 de abril para protestar, por enésima ocasión, ante el homicidio de un periodista en el estado de Veracruz.
Todos somos Regina.
Esta vez, el golpe fue asestado a Proceso, mi casa.
La violencia y el crimen entraron como bestias sedientas y nos han mutilado, nos han dejado incompletos.
Regina Martínez, nuestra amiga, nuestra compañera de oficio, de medio, de complicidades, de luchas por la dignificación de los corresponsales, fue asesinada en las primeras horas del sábado 28 de abril en su casa de Xalapa, donde tenía su base como corresponsal de la revista.
Tenía 49 años. Fue corresponsal de La Jornada. Maestra universitaria.
Cómplice de encuentros siempre festivos, siempre llenos de palabras, de música, de abrazos, como los que nos reúnen cada año, en la celebración del aniversario. La horda de los más ruidosos intentaba jalarla al brindis, al jolgorio posterior.
Regina, así de menuda, chaparrita, era una pieza de verticalidad, seria, reservada, directa en la palabra y en la escritura.
Con qué gusto he leído los testimonios de sus compañeros y amigos, colegas en Veracruz, los pocos que quedan, los pocos que se atrevieron, los pocos que pueden en ese ambiente mortal para el periodismo: Regina era intachable, respetada, reconocida por su profesionalismo.
Regina no es la primera víctima de las condiciones de riesgo en que vivimos hoy los periodistas en casi todo el país. Tampoco en Proceso, pues otros compañeros han sufrido ya los efectos de la impunidad, el poder corrupto, la delincuencia coludida con funcionarios y políticos.
Pero no nos había tocado la impunidad de la muerte, del asesinato, del crimen.
Vimos la respuesta del gobierno de Duarte: ofrecer una investigación “hasta las últimas consecuencias”. Formar una comisión especial. Solicitar desesperadamente a la PGR que se lleve el asunto y lo deje al margen.
En los hechos, alimenta las dudas. Obliga al reclamo. Provoca el repudio.
Todos somos Regina.
Sesenta y seis periodistas han sido asesinados en la última década en México y sus homicidios siguen sin ser resueltos.
No queremos que sea la víctima número 67 en el desamparo de la impunidad. No lo aceptamos.
Veracruz es hoy un estado que vive una condición de guerra, donde en menos de dos años del sexenio de Javier Duarte han muerto cinco periodistas, hay otros desaparecidos, más de una decena de exilios forzados por el miedo o las amenazas.
En el 2011 fue calificado como el estado más peligroso para hacer periodismo, de acuerdo con el diagnóstico de organizaciones internacionales que revisan las condiciones y garantías para el derecho a la información y a la libertad de expresión, como Artículo XIX y la Relatoría de la ONU.
El estado más peligroso en México para los periodistas.
No el único.
Nunca como hoy, soy Regina.
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Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.