Literaria

La Concepción del Individuo durante el Renacimiento

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Imagen emblemática del Renacimiento (Foto: Especial)

El Renacimiento trajo consigo una infinita gama de cambios, los cuales conformarían en su totalidad el nuevo enfoque del pensamiento humano. Y al cambiar todo el pensamiento, se da una nueva formación del individuo y la concepción de su realidad.

Todos estos cambios económicos, políticos, sociales y culturales, conllevaron a tener una visión distinta del pensamiento medieval, la cual había reinado por muchos siglos en toda Europa. Ahora con el Renacimiento el problema central se ubica en la forma en que el hombre ve su entorno, pues de esta manera es como debe preocuparse de sí mismo y resolver sus propios conflictos. Pues tendrá que aplicar la transformación de la naturaleza en beneficio propio.

No obstante, este proceso no se dio de una manera sencilla y rápida. La transformación del hombre es en principio insegura y temerosa. Pues se encuentra inmerso entre dos mundos distintos, uno de ellos impregnado por la religión, el tradicionalismo y la concepción de Dios. El otro aun se dibuja borroso y distante, pues la claridad se irá adquiriendo con el paso de los años.

Tendrá que cambiar la manera de ver la realidad, ya que ésta se basaba en el mandato divino y a partir de ello la vida del hombre. La ética, el trabajo y la libertad, eran tan solo obras al servicio de Dios, que debían ser cumplidas en cuanto él lo ordenase. Todo se cernía alrededor de la institución que era la totalizadora de la vida: la Iglesia.

El concepto de individuo se mecía en forma dudosa y oscura. Pues durante la Edad Media el hombre era ya considerado como un sujeto frente a Dios, el cual le proporcionaba un “alma” única y particular en cada ser humano. Pero también se le otorgaba una serie de obligaciones que de cumplirlas tendrían su recompensa espiritual.

Así pues, por un lado se disfrazaba un “libre albedrío”, confundiendo plenamente al sujeto en cuanto a su forma de elegir lo que era apropiado, mientras que la Iglesia persuadía de mil maneras distintas a que se escogiera  el camino del bien, pues de optar contrariamente se castigaría de manera cruel y dura a quien no siguiese sus normas.

De esta forma dentro del pensamiento del hombre de inicios del Renacimiento, existía aun la visión de los dos mundos que giraban en torno al hombre: el bien y el mal, dotados de sus propias características que asustaban o hacían soñar.

Pero ya pronto se concebiría de forma clara y distinta la libertad humana. Pues en primera instancia se marcaría un claro rompimiento entre la religión y la vida. No es que, de ninguna manera, el humano dejase de creer en Dios o se olvidara de los conceptos metafísicos que regían su existencia, simplemente se adquiere una idea particular del propio sujeto por querer ser dueño de sí mismo.

El sistema filosófico daría sus frutos en nuevas tendencias que competirían con el pensamiento antiguo. Ya que éste se había limitado en San Agustín y Tomás de Aquino, y no se permitía ver claramente al ser, más que en su lado metafísico. Asimismo surgieron nuevos pensadores, creando otros conflictos existenciales, encaminados por una nueva luz del conocimiento.

“El Renacimiento hace del hombre sujeto de acción elaborando otro estatuto para la criatura, otra concepción de las relaciones que tiene con su creador” (Charlet François, Historia de las Ideologías, Akal, 1989).

De hecho poco a poco el hombre se dará cuenta que es un ser libre, dotado por Dios para la re-creación del mundo. Tendrá que fundar su propio entorno, escribir su propia historia, pues es el autor de su destino. Es decir, se forma una idea antropocentrista de la realidad del mundo. Incluso se da un intento de recuperación de los textos clásicos de los griegos, regresando a varios puntos que tomarían de partida para el nuevo pensar humano.

Visión del hombre en el Renacimiento (Foto: Especial)

Desde el instante en que se piensa al hombre como conductor se su existir, se da un fuerte impacto en la transformación del medio ambiente, para aprovechar sus recursos al máximo (proceso que se había detenido casi del todo durante la Edad Media). De esta forma se inicia un impulso sorprendente en las ciencias naturales; la física, la química, las matemáticas entre otras, adquieren un lugar sustancial dentro del mundo. Ya que permiten la comprobación y la exactitud de los fenómenos. Hasta se intentará demostrar la existencia de Dios a través de la vía de la razón, siendo Descartes uno de los que propone esta idea. Surgirán también dos sistemas filosóficos importantes, los racionalistas y los empiristas. Que tendrán sus diferencias y aportaciones gnoseológicas variables.

Otro de los grandes rasgos en los cuales se implantará el individuo será en la expresión. Es importante concretar los sentimientos, las ideas y circunstancias, como también las opiniones. Es por ello que se da un enorme crecimiento en la literatura y en la pintura. El hombre adquiere los materiales necesarios para ejercer y perfeccionar el arte. Mientras que una serie de innumerables personajes trascienden por sus magníficas pinturas y esculturas, o por sus brillantes obras literarias.

El espíritu renacentista estará impregnado en todos los aspectos de la vida. La cuestión política es uno de ellos, pues son ahora los hombres creando leyes para su propia organización y funcionamiento. El poder se manifiesta de maneras más democráticas, aunque teniendo sus desatinos frecuentes.  Ahora los asuntos económicos y burocráticos no son manejados por una institución eclesiástica, como lo era antaño, sino por las propias formas de gobierno creadas por el hombre.

Todo esto tendrá que ser un proceso lento y furtivo, la emancipación de la razón será de cualquier forma uno de los logros más importantes para la humanidad.

Por fin el hombre descubrirá como estaba constituido el universo, así como las verdaderas leyes que lo rigen, dando origen a las raíces de la ciencia, que hasta ahora no han dejado de crecer.

La aplicación de las ciencias exactas, traerá consigo una búsqueda de nuevos aparatos que le faciliten al hombre la creación y el trabajo. Es como se complementa una revolución tecnológica e industrial, la cual a su vez iría creando un nuevo sistema de producción, que sería denominado como capitalismo, y que con sus múltiples variaciones se erguiría con creces hasta hoy en día.

Los cientos de avances en todos los ámbitos de la ciencia crearon el arduo impulso del saber humano. Cada ciencia comenzó a separarse del resto de las demás, dando su propio criterio de profundización, pues se dejaría de concebir al mundo como un todo y sería fragmentado en diversos campos de investigación. De esta forma es como la filosofía pierde su carácter totalitario, y se dedica a estudiar sólo los ámbitos que le restan.

La nueva concepción individualista cambia el rumbo de muchas visiones en el mundo. Es ahora que el hombre toma las riendas de su vida, transforma cada objeto para hacerlo útil y práctico. El hombre a partir de esta época es como inicia la construcción y destrucción del mundo, pues con el tiempo querrá mirar hacia atrás para ver en dónde se inició y donde se concluirá la eterna transformación del mundo.

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La columna se titula “Un cronopio” porque tiene como referente a la obra literaria de Cortázar, quien explicó que el nombre cronopio se le había ocurrido por primera vez en el teatro,  como resultado de una visión fantástica de pequeños globos verdes flotando alrededor en el semi-vacío teatro. Finalmente los cronopios terminan siendo poemas sin rimas, dibujos fuera de cuadro, personajes de cuentos de la obra de Cortázar.

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Adriana Ugalde Delgado estudia la licenciatura en Filosofía, es además una lectora ferviente de obras poéticas, literarias y filosóficas; en algunas ocasiones cuando encuentra la inspiración, gusta de escribir poesía, ensayos y/o artículos de opinión. Le apasiona el arte en todas sus representaciones, en especial la música y la pintura. Actualmente se desempeña como reportera en un periódico de difusión nacional.