Candil de la Calle

Pobrecitos municipios

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Con el dinero sucede lo mismo que con el papel higiénico: cuando se necesita, se necesita urgentemente.

Upton Sinclair

Si esto ocurría antes, no se decía. En aras de la transparencia, o de la alternancia política que ha permitido balconear al enemigo, ahora lo sabemos.

Antes ocurría cada fin de trienio, por aquello del llamado “Año de Hidalgo” en el que, no todos, ni cada quién, pero sí varios funcionarios de las administraciones, se llevan algo. El verbo no puede reducirse al pasado, tristemente.

Ahora es cada año.

Los nuevos gobernantes municipales —los nuevos alcaldes, los nuevos Ayuntamientos, pues— sufren las de caín cuando se presentan a las oficinas del Palacio Municipal el 10 de octubre (ahora se maneja el proceso de transición) y se dan cuenta, o les informan, o se encuentran por ahí algún reporte que les hace saber que el gobierno que terminó —y sobre todo si es de un partido político diferente, pero ya ni en esto hay decoro— no dejó el dinero suficiente para terminar el año.

A veces, ni para terminar el mes.

En esta ocasión, se sabe que las arcas de 40 municipios se encuentran tan escasas o vacías que los presidentes municipales han optado por aferrarse a la tablita de salvación de todos los moles: las participaciones o recursos que entrega la Federación a través de los gobiernos de los estados.

Cuarenta de los 46 nuevos gobiernos municipales han pedido un adelantito, la entrega anticipada de estos recursos para poder salir del atorón decembrino: el pago de aguinaldos no es para menos, aún cuando la costumbre es llegar haciendo corredero y medio para acomodar a “su gente de confianza, a su equipo” —si cubren los perfiles, si tienen la capacidad o la preparación o la experiencia, eso no es tan importante— y ya para el fin de año en la nómina no aparecen varios nombres… que serán sustituidos en enero del siguiente año, ya con presupuesto nuevo.

La petición, según ha mencionado el gobernador Miguel Márquez, suma unos 300 millones de pesos. El meollo del asunto, lo que muchos nos preguntamos, es ¿y los mecanismos de contraloría, los controles financieros, la rendición de cuentas, la austeridad, el manejo correcto del presupuesto, la gestión de recursos extraordinarios o de programas federales y estatales, la planeación y programación de los ejercicios y partidas, dónde quedaron?

Ahora se retomaron los cursos previos de preparación para muchos nuevos presidentes municipales y funcionarios de estas administraciones que comenzaron el 10 de octubre. A ello hay que sumarle que los compromisos de campaña de los partidos apuntan cada vez más a ofertar gobiernos y funcionarios más profesionales, a ser cada vez mejores, a que “ahora sí van a saber cómo se hacen las cosas”.  En muchos casos son nombres que repiten, que ya han estado ahí, que ya saben de qué se trata. Ni por éso —o a veces precisamente por eso— se deja de consumar el desastre económico del fin de trienio.

Que alguien nos explique.

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