Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Religare

Compartir

Desde el siglo V Antes de Cristo, hubo pensadores que analizaron la imposibilidad de admitir verdades religiosas. Protágoras en Grecia o Sanyaía Belathaputta en la India, pueden señalarse como antiguos agnósticos[1] que, sin carecer de algún interés espiritual, sí sostuvieron que tanto la existencia como la inexistencia de Dios, son imposibles de probar. Irrefutable es, sin embargo, la realidad de una inclinación del ser humano a  ligarse, atarse o reencontrarse con alguna divinidad. Aun cuando las cifras varían según la fuente, hoy mismo, el islamismo puja desde el segundo lugar —casi 2 mil millones— en las estadísticas para desbancar al cristianismo —con poco más de 2 mil millones— cuya debilidad y mayor riesgo estriba —como lo afirmó su renunciado jerarca— en las divisiones internas que, aun dentro de sus tres bloques más importantes —ortodoxos, católicos y evangélicos o protestantes— mantienen día con día confrontaciones a veces bélicas.

Hay ideas espirituales —dentro de la formalidad de una religión o de manera subjetiva aun en aquellos que se asumen como ateos— determinantes de la conducta humana, la mente individual, las respuestas colectivas todas las cuales al ser tamizadas por el ambiente, las necesidades y aun las inclinaciones de los grupos, dan como resultado prácticas e incluso políticas especificas. Antropólogos culturales han realizado vastos esfuerzos para dilucidar el origen de las religiones, adentrándose en sociedades que no conocieron la escritura, pasando por aquellas que han dejado un legado cultural y artístico valioso reconocido en pleno siglo XXI como es el caso de las autóctonas de Asia, África y América latina, hasta llegar a la multiplicidad de derivaciones denominadas sectas en el mundo moderno y que hoy por hoy se engloban con un número bastante considerable de adeptos.

Otro hecho irrefutable ligado con las religiones es la lucha por el poder, ya sea social, político o económico. El antiguo testamento cristiano y su correspondiente en la Tora Judía, es rico en relatos de pueblos dominantes, grupos sojuzgados, guerras entre unos y otros, luchas sociales en contra de temas como la esclavitud, actitudes impuestas a las mujeres que hoy se señalan como discriminatorias, justificación de barbaridades destructivas que no resistirían un análisis de derechos humanos y reyes derrocados, traicionados o manipulados casi siempre por jerarcas religiosos.

¿Qué no las acusaciones en contra de un judío llamado Jesús, fueron hechas como resultado del nerviosismo que su palabra provocó entre los miembros fariseos del sanedrín? ¿Se puede borrar el tinte político en la simbólica lavada de manos de la autoridad romana en Jerusalén? Los actuales dueños de medios masivos de comunicación, tienen en el cambio de reacción del pueblo frente al carpintero Nazareno —a quien con diferencia de una semana primero lo recibieron como rey y luego gritaron “crucifícale” — uno de los más antiguos ejemplos de lo que la necesidad de religarse puede provocar en los grupos humanos, cuando hay un líder que los manipula. Bien sea que utilicemos métodos explicativos o interpretativos, siempre encontraremos una estrecha relación de la religión con el resto de aspectos de la vida de los pueblos y por ende en sus estructuras económicas, éticas, sanitarias y políticas. La tradición católica señala que la suspensión en la persecución romana que dio una gran riqueza de mártires y santos fue el resultado de la conversión de Constantino ¿De verdad fue una acto de fe y aceptación de la verdad difundidas por los ocultos en las catacumbas, o una estrategia política, para mantener influencia en el imperio romano de oriente que en Bizancio, convertido en Constantinopla, vio nacer al cristianismo ortodoxo?

Para los árabes, asentados por 8 siglos en el sur de España, el poder del Cardenal Cisneros fue más nefasto y malévolo que el de los mismos reyes —Isabel y Fernando— católicos. En pleno siglo XXI, cuando la civilización, las diversas cartas de derechos humanos y los avances tecnológicos harían suponer una realidad ajena a fanatismos, fetichismos y conductas irracionales, el sustrato en la mayoría de las campañas belicistas del mundo parecer ser lo religioso. Sin soslayar un alto número de árabes musulmanes que por temor a ser castigados por apostasía, practican un islamismo más cultural que religioso, el hecho es que sus adeptos aumentan en todo el orbe, sin que a la mayoría de estos les sea revelado que el Corán de Mahoma, surge en los años 600 después de Cristo en un contexto eminentemente político. El reconocimiento en el Corán de profetas del mundo judío — Adán, Noé, Abraham. Moisés y aun el mismo Cristo cuya concepción virginal asumen como se asienta en la tradición cristiana— nos da una idea de los conocimientos de este líder que hizo de Medina la sede de su religión, y cuyos descendientes después pelearon hasta la muerte para mantener la herencia y el liderazgo. ¿Esto es bueno o malo? Una respuesta tan sin tamices resulta poco seria. Simplemente ES.

Es una realidad que Teotihuacan, fue el sitio donde los “hombres se hacen dioses”. Fueron aceptados por siglos las deidades greco-romanas, con su Olimpo y sus sorprendentes historias; religiones autóctonas- mayas-aztecas-incas- parecen resucitar; las diversas variables del hinduismo —vedanta,  prasthana trayi,krisnaismo, shivaismo o visnuismo— es una verdadera moda global y por supuesto está ahí como una realidad, el vudú, la santería, el condomblé, el espiritismo, la brujería y las múltiples manifestaciones de un fetichismo cuyos líderes —chamanes, guías espirituales, profetas de la fe etc. — hacen política social, económica y bélica siempre en el nombre de Dios.

La influencia de cada uno de estos grupos que abierta, racional o como simples autómatas buscan trascender religándose a su particular idea divina, ha sido y seguirá siendo aprovechada por sacerdotes que amedrentan con la muerte eterna o premian con una dimensión mejor a la terrena. La posibilidad de sumar adeptos —que aportan presencia y dinero— es parte de la guerra, lo mismo en las cruzadas que en la Jihad islámica actual y no siempre una gran masa es lo que da la fuerza definitiva. Los judíos son apenas 13 millones, frente a los miles de millones, cristianos, musulmanes o budistas y; sin embargo su poder e influencia en la política del mundo es innegable, su identidad  en toda la aldea global es justamente religiosa, como lo es la grey a la cual hace pocos días, el señor Ratzinger, avisó que no seguirá pastoreándolos.

*

[1] La palabra «agnóstico» fue acuñada en 1869, por el biólogo británico Thomas Henry Huxley, abuelo del autor de