Candil de la Calle

Un Guanajuato callado

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Nada es más fácil que censurar a los muertos.

Julio César

Miguel Márquez Márquez (Foto: Especial)

El gobernador Miguel Márquez Márquez acumula perlas de sabiduría marlboro (pues aunque no fuma, ostenta su sencillez campirana cotidianamente) con mucha mayor rapidez de la que avanzan algunas de sus iniciativas entre los funcionarios de su administración.

De que a diario tiene en sus manos tarjetas informativas, fichas o discursos, los tiene.

De que su maestro de oratoria fue el mismo de su antecesor Juan Manuel Oliva (¿o acaso el propio Oliva?), también es público y notorio. Más lo segundo, de hecho.

Pero de que le gusta la improvisación y está convencido de que lo sabe hacer, eso que ni qué.

(Tampoco es que esto sea una verdad universal).

Durante la celebración del Festival Internacional Cervantino en la edición del año pasado, el gobernador acompañó a la entonces directora Lidia Camacho a entregar una improvisada “presea cervantina” (que por cierto se ignora si continuará en la mente del nuevo director Jorge Volpi) al director de la Orquesta Sinfónica de Chicago, Ricardo Mutti.

En el escenario del Teatro Juárez, ante melómanos, críticos y público de todas partes, Miguel Márquez no leyó, improvisó. Y dijo: “la cultura es arte, es sentimiento”. Entre otras cosas.

Los enviados de Canal 22 al Cervantino (que tienen toda la experiencia de años de efectuar la cobertura para un programa especial que realizan durante el FIC) consideraron esta intervención como una de las más desafortunadas anécdotas cervantinas.

Luego, el gobernador presentó la campaña que junto con su esposa, en calidad de presidenta del DIF, impulsa con cargo al erario público para que todos los guanajuatenses entendamos y practiquemos valores seleccionados por ambos sin que sepamos cómo ni por qué.

Y ahí soltó Márquez otra de sus perlas, pues dijo estar firmemente convencido de que es mucho mejor “que los guanajuatenses tengamos fama de mochos” …que de lo contrario, supongo.

En su abanico de valores a promover cabe lo normal: amor, respeto… pero a éstos se agregó la benedicencia, un término que se utiliza en el adoctrinamiento de los Legionarios de Cristo, y que quiere decir “hablar bien” de los demás.

O sólo decir lo bueno de su gobierno, según se ve.

Porque el lunes, Miguel Márquez ha emitido una nueva sentencia, otra tesis de gobierno: para no meterse en dimes y diretes con los gobiernos municipales o el federal, pues mejor no le hará al vocero de las estadísticas, cifras o el panorama delictivo en el estado.

Al gobernador no le toca, dice. Quizá tenga razón. Pero entonces agrega que tampoco lo hará el Procurador Carlos Zamarripa, y menos el Secretario de Seguridad Pública Álvar Cabeza de Vaca.

Que Cabeza de Vaca no hable —si lo hace el Procurador— no es ninguna novedad, aun cuando sus funciones y competencias sean relativamente diversas a las de Zamarripa.

Pero que el Procurador tampoco hable por ambos sobre estadísticas, datos y percepción delictiva, no se entiende, no cuadra.

“El gobernador no tiene que salir a decir cuál es el ranking o cuáles son los municipios con determinado ranking de violencia; no lo hará el procurador, no lo hará el Secretario de Seguridad Pública. Nosotros no tenemos que ser voceros de ese tema, no queremos que se politicen los temas”, dijo tal cual el gobernador a reporteros en Salamanca.

No es opacidad, aclaró. Sólo es para “no entrar en discusiones”.

Lo siguiente, al parecer, será mandar al limbo el tema del Tren Interurbano. Tal y como ya lo hizo el gobierno federal.

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P.D. También atribuyó el vals Sobre las olas a Agustín Lara.