Cuando la lucha entre facciones es intensa, el político se interesa, no por todo el pueblo, sino por el sector a que él pertenece. Los demás son, a su juicio, extranjeros, enemigos, incluso piratas.
Thomas Macaulay
La alcaldesa de León, Bárbara Botello Santibáñez, y el gobernador Miguel Márquez Márquez (PAN contra PRI) se enfrentan, esquina a esquina, en un round intenso por León con un tema: el de la solicitud de crédito presentada por Botello ante el Congreso del estado.
No es el primero, y seguramente, vendrán muchos más.
Tras la alegre camaradería y concurrencia sin rodeos con que el PRI y el PAN se acomodaron para sacar adelante la polémica reforma constitucional en materia energética, es todo un ejercicio de contemplación ver cómo los mismos, PRI y PAN, se prestan a aplicar una sentencia que bien podría resumirse así: “ponle la zancadilla al contrario cuando así convenga a tus intereses, no importa que hayas ido de la mano con él a fregar a un tercero”.
Desde un principio, desde que la alcaldesa Botello Santibáñez y su tesorero Roberto Pesquera anunciaron y formalizaron la presentación de la solicitud de crédito por 1,227 millones de pesos, mismos que se destinarían a obras como el sistema de transporte y el parque lineal Sardeneta, la cosa se puso color de hormiga.
Las suspicacias surgidas desde el panismo —dirigente municipal, estatal, diputados— fueron aterrizando en posturas cuasi formales en el Congreso del estado, para advertir que no sólo sería muy difícil que se consiguiera una autorización, sino que en caso de lograrse, ésta no vendría dejándole manga libre y ancha a Botello, sino al modo y gusto del gobernador Márquez… que es quien realmente legisla en la fracción parlamentaria de Acción Nacional, como en los hechos se ha demostrado varias veces.
Sin embargo, lo que originalmente debió quedar —en términos de las formalidades que siempre se siguen en estos casos— en un trámite entre el gobierno municipal de León y el Congreso del estado, se desbordó a las arenas partidistas, en las cuales León es el botín, siendo León el bastión arrebatado a Acción Nacional en las elecciones del año pasado, tras casi dos décadas y media de la hegemonía del blanquiazul en ese territorio.
Como escribí líneas arriba, no es éste el primer round que protagonizan en el cuadrilátero la alcaldesa y el gobernador. En otros ha sido incluido el doctor Éctor Jaime Ramírez Barba, voluntaria e involuntariamente: de manera voluntaria porque para nadie son desconocidas sus aspiraciones por ser alcalde de esa ciudad, e involuntariamente porque ha sido enviado en algunos actos como representante de un gobernador que evade escenarios que le son incómodos, y no ha salido bien librado tampoco, si no es que francamente desairado por las autoridades municipales, por decir lo menos.
Ahora, el gobernador Márquez ha salido una vez más a dar la cara por su cuenta y por la del Legislativo, y en el tema ofrece apoyar a Bárbara Botello en sus requerimientos financieros para el parque lineal, siempre y cuando el Congreso no le autorice sino casi la tercera parte de lo que está pidiendo como préstamo.
El gobernador toma la decisión por ambos poderes (bueno, casi, porque lo hace a su nombre y de la fracción parlamentaria del PAN, que bien podría allegarse de otros votos acomodaticios de oposición para lograr la mayoría) y perfila, sin ambages, que el poder le sirve para eso y más.
Sencillito, sencillito, era.
La alcaldesa y sus colaboradores han salido hoy a reclamar lo que llaman una intromisión y una afrenta a la autonomía municipal.
El siguiente paso parece que ya lo está dando Bárbara: va a la Ciudad de México a ver al gobierno federal priísta. Hacerla víctima le puede resultar muy conveniente, que no se le olvide a un gobernador que ya no tiene un presidente de su partido.
Aunque parezca que no se haya dado cuenta.