Candil de la Calle

La historia que no se contó

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Cuando los errores se cometen a sabiendas de que son errores, ya no son errores, son estupideces.

Anónimo

(Foto: Especial)

El comunicado de prensa del Gobierno del estado es de lo más común y de rutina: está fechado el 5 de enero, entre Manuel Doblado y San Francisco del Rincón, y empezaba con esta frase: “El DIF estatal y los Reyes Magos llevan alegría a más de 31 mil niñas y niños de Guanajuato”.

Llegó acompañado de 14 fotografías de diversos aspectos de la entrega de los juguetes, pero todas con el propósito principal —al fin y al cabo, un comunicado de las actividades del titular del Poder Ejecutivo y en este caso, junto con su esposa— de mostrar al gobernador Miguel Márquez y a María Eugenia Carreño, en su calidad de dama presidenta del DIF, cumpliendo con una de esas costumbres políticas que encumbran a los gobernantes como los benefactores ejemplos de generosidad y altruismo…c on dinero ajeno, público, mejor dicho.

En una de las 14 fotografías, Miguel Márquez se inclina sonriente sobre un jovencito enchamarrado y con la cabeza cubierta con una gorra, sonriente también, quien recibe de manos del gobernador un balón de fútbol… que está imposibilitado de patear, pues el muchacho no tiene piernas.

Una vez que el comunicado y las fotografías se hicieron públicos a través de los portales del gobierno de Guanajuato y sus respectivos muros en Facebook y cuentas de Twitter —incluyendo a la del propio Miguel Márquez— la imagen de referencia fue compartida rápidamente por más de algún atento navegador y entendida así: como la evidencia del cruel sarcasmo de un insensible mandatario, alimentado y propagado por su equipo de comunicación social.

Los comentarios vertidos en las redes sociales, en su mayoría, condenan, se expresan ofendidos, y a su vez insultan a Márquez por la falta de tacto, la humillación, la burla entendida así en una imagen que dos días después se ha intentado explicar por la coordinación de comunicación social… a través de un tuitazo del titular.

Ahora hay tantos y tantas que miran lo que nadie alcanzó a mirar en las oficinas de Comunicación Social del estado.

Error tras error tras error.

Ahora se pretende dar una explicación que, por tardía, suena a justificación inventada: la de que al jovencito se le ofrecieron varios juguetes, y fue él quien pidió específicamente que Márquez le diera el balón.

Esta era, en todo caso, la historia digna de ser contada.

No un comunicado en machote entre cientos más que repite incesantemente el reporte del 6 de enero del año pasado y el del año que viene (“el DIF y los Reyes Magos llevan alegría, bla, bla, bla…”), sino la historia del niño que le pidió al gobernador un balón de fútbol, aunque no tiene piernas para patearlo.

(Gol de campo y no autogol, siguiendo la línea de los cibercríticos).

Insisto, si la historia es verdadera, porque por ahora y por un buen rato contribuirá a engrandecer el tamaño de la impostura.

Si no, mejor ni levantar la cabeza.

Descuido, desaseo, falta de visión o de previsión, rutina o incompetencia: ni el gobernador ni su equipo advirtieron las implicaciones y, una vez más, derivó en sonada metida de pata.

Porque no es la primera.