Candil de la Calle

#Goyonoteolvidamos

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La esperanza de la impunidad es para muchos hombres una invitación al crimen.

Villaume

Tuvimos la esperanza y, de nuevo, una vez más, nos la arrebató la impunidad.

Gregorio Jiménez de la Cruz, primero fotógrafo y luego reportero en Coatzacoalcos, trabajador para Notisur y “pesetero” junto con su esposa e hijos los fines de semana para completar el gasto, vivía en una comunidad del puerto, en una casa que comenzó con techos de lámina de zinc y que no terminaba de ser construída; cubría la nota roja y no había dejado de escribir de lo que muchos colegas, por miedo, acoso o amenazas directas contra su vida o la de sus familias, ya no lo hacen: de la inseguridad, los delitos, la violencia en el Veracruz del priista Duarte.

Lo secuestraron el miércoles 5 de febrero antes de llegar a su casa. A partir de ese día, periodistas de todo el país nos dimos a la tarea de organizarnos para hacer visible el caso, para exigir al gobierno del priista Duarte que hiciera su trabajo y lo encontrara vivo, para recordar que en ese estado, particularmente aunque no el único, los periodistas no pueden hacer su trabajo, el derecho a la información no está garantizado y la libertad de expresión, menos.

En las redes, mediante videos, en manifestaciones, el mensaje fue uno: #QueremosvivoaGoyo.

El martes 10 —después de varias marchas de los colegas veracruzanos, los que quedan, los que se atreven con todo y la prohibición de los dueños de esos medios— en el DF se organizó una nueva protesta y nos aprestamos a mover las redes con otro mensaje: #HastaQueAparezcaGoyo, dirigido ya no sólo al gobierno del priista Duarte, sino también a la Procuraduría General de la República y a la Presidencia.

Una versión —que hicieron propia algunos compañeros veracruzanos— nos dio la esperanza: el gobierno del priista Duarte mencionaba un “fuerte operativo” en algunos municipios del sur, y se presumía que Gregorio Jiménez había sido rescatado con vida.

(Es difícil admitir que, en el fondo, el amargo sabor de los días transcurridos nos hacía padecer la certeza mortal).

Pasaban de las dos de la tarde y corría ya la noticia de que nuestro compañero fotógrafo y reportero Gregorio Jiménez de la Cruz apareció asesinado en una supuesta fosa de una supuesta casa de seguridad, supuestamente asesinado por orden de una vecina

Cero y van diez.

En lo que va del sexenio del gobernador de Veracruz, el priista Javier Duarte, diez periodistas, colegas, compañeras y compañeros, han sido asesinados.

Esos homicidios, como miles más, no han sido resueltos. Permanecen impunes.

En la tarde del martes, un periodista veracruzano escribió en Facebook:

“No creo que el gobierno de Javier Duarte deba darnos guaruras ni que haya dado muerte a Gregorio Jiménez de la Cruz. Lo que sí creo es que es responsable de que el estado esté sumido en la descomposición social, mientras se pregona el espejismo de la prosperidad; culpable de haber actuado con tortuguismo en la acción para salvar la vida de Goyo; culpable de terminar confrontado con los periodistas, cuando se supone que estamos del mismo lado, y, sobre todo, culpable de actuar con insensibilidad con una familia que sufrió varias veces la muerte de un mismo ser querido, en su afán de burlar a los reporteros. Ellos ahora se lavan las manos, como han hecho en todas las muertes de periodistas. Pero el caso Goyo Jiménez sentó un precedente: plantó la semilla de la lucha por todos los rumbos del país”.

Desde que Goyo desapareció, el gobierno del priista Duarte le ofrecía con insistencia una casa a su esposa, ahora viuda con cuatro hijos. ¿Por qué?

#TodosSomosGoyo

#JusticiaParaGoyo.

#NoLesCreemos