Las cosas como son

El peso de la dirección (segunda y última parte)

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Dada la extensión del asunto, abordaré de nuevo lo relativo a la dirección dentro de una empresa o una institución, dentro de una organización, pues. De entrada, cabe precisar que, junto a la necesidad de que una organización tenga una dirección, una guía, la autoridad de un director o gerente o coordinador se consolida gracias a sus resultados, al rendimiento que muestre. Con solo este hecho, los colaboradores tienen clara la dirección de su confianza, perciben que son guiados correctamente.

Asimismo, los agentes externos pueden sentir algo semejante: que están ante un directivo que sabe cumplir su cometido, pero que además le da a cada uno su lugar. Hablemos así de clientes, colaboradores, sociedad, por señalar algunas. Ahora bien, es cierto que el director muestra así sus habilidades y el soporte de su autoridad. En este caso hace falta igualmente poner la mirada en los colaboradores, pues es gracias a ellos que él alcanza las metas de la organización. Por lo tanto, es pertinente que les extienda el reconocimiento que corresponde, mejor aún, que recompense de alguna manera ese rendimiento, bien sea con un impreso en un acto público, bien sea con una remuneración en metálico, bien sea con un ascenso o mejora de categoría.

De la forma que sea, le va bien a la organización contar con colaboradores satisfechos, y sobre todo acomodados, en el sentido de que miran reconocido su compromiso y lealtad hacia la organización con atenciones y cuidados de la organización hacia ellos. La organización alcanza sus objetivos y los colaboradores pueden a su vez lograr sus conquistas para la vida, en lo que tiene que ver con su bienestar y el bienestar de sus familias, traducidos en mejoras de sí y de los suyos en términos de casa, vestido, sustento, educación, diversiones, y lo que se quiera.

De esta forma es posible establecer un círculo virtuosos entre la empresa y sus colaboradores, claro, con respecto al producto o sus objetivos, a través de la intervención del director. Entonces podemos darnos cuenta que hay una dirección fortalecida, y un equipo de trabajo comprometido, con los consiguientes buenos resultados. Luego vienen los asegunes. ¿Tendrá la misma sensación laboral un colaborador con proyectos en mente que uno ya entregado a esperar los pocos (y a veces son todavía muchos) años para su jubilación? En este punto, es preciso recordar quién solicitó entrar a la empresa u organización, quién estaba afuera y quería estar adentro. Con frecuencia este movimiento se olvida, y quienes ya tienen un lugar dentro de la organización a veces también pretenden cambiar la dinámica de la misma solo porque a ellos les parece que debería ser de otra forma. Esta visión está detrás de las quejas de los colaboradores que creen que no ganan lo apropiado, los que critican los procedimientos, los que se sienten mejores que sus directores o guías.

Obviamente, hay situaciones especiales donde queda a la vista por ejemplo que los directores no son parte del equipo de trabajo; esto sucede en las organizaciones donde los acuerdos políticos determinan el acomodo. Allí se entiende que el político tiene intereses y que los colaboradores han de permanecer cuando el directivo-político se haya ido. Pasado el tiempo, como esos directores traen consigo a uno o dos colaboradores para empujar en el mismo sentido, los equipos están hechos de colaboradores que tienen diferentes lealtades en sus corazones, en cuyo caso muchas de las ocasiones pierden de vista el objetivo de la organización, el producto que se espera elaboren, y se concentran en las pugnas. En otras agrupaciones, los directores esperan que su equipo de trabajo marche por donde ellos creen que debería ser y no por donde sería mejor de acuerdo con su cometido organizacional, o por los derroteros que sus equipos tienen como posibilidad, de acuerdo con su experiencia y habilidades. “Yo soy el que sabe” suelen pensar esos directores mientras esperan modificar de su posición al equipo.

Digamos, para terminar, que lo mejor sería que tanto el equipo de trabajo como el director se muevan en la búsqueda de su sincronía, con atención, cuidados y respeto, y siempre teniendo a la vista su cometido, ambos manifestando sus fortalezas y sus debilidades, la importancia de su contribución, y lanzados a la búsqueda del mejor orden, del mejor acomodo con la jerarquía más pertinente. Solo así, cada quien en su lugar y encomienda, respetado y respetando, podrían contribuir integrados a la buena marchar de la organización con el consiguiente beneficio para todos cuantos participan.