Candil de la Calle

Los votos del cinismo

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Hay tres grupos de personas que gastan el dinero ajeno: los hijos, los ladrones y los políticos.

DickAmey

(Foto: Especial)

Quizás los partidos políticos y sus candidatos se han topado recientemente con una nueva fórmula, un descubrimiento político-científico que les garantizará en futuras contiendas electorales un holgado y cómodo triunfo en votos:

El cinismo.

El exceso de sinceridad, le llamarán algunos. Lo cierto es que le acaba de pasar en Nayarit al candidato independiente a alcalde de San Blas, Hilario Ramírez Villanueva.

Hilario ya había sido presidente municipal, pero por el PAN. En esta campaña, que culminó con la elección del domingo en Nayarit, hizo una inédita, bien sincerota, confesión de parte:

“¿Que le robé a la presidencia? Sí le robé. Sí le robé. Poquito porque está bien pobre. Le di una rasuradita, nomás una rasuradita. Pero lo que con esta mano me robaba, con la otra se lo daba a los pobres”.

Y ganó la elección con un amplio margen: poquito más del 40 por ciento de la votación.

El comportamiento ciudadano en las urnas puede ser perfectamente entendible para quienes estudian y analizan los fenómenos de la democracia, focalizados en su mayoría a aquéllos que abarcan el ejercicio del voto para tal o cual ideología, programa de acción, abanderado o color.

Sin embargo, para el resto del mundo resulta casi incomprensible —si no es que aberrante— tratar de explicarnos, desenmarañar, entender los entretelones de estas recientes elecciones, tanto en Nayarit como en Coahuila, donde el cuasi absoluto ganador fue…sí, el PRI.

(Claro, la otra sospecha de siempre es que el PRI haya ganado recurriendo a algunas de sus artimañas, también de siempre: compra de votos, carrusel, robo de urnas, etcétera).

Como sea, gana el PRI y gana la descarada sinceridad de Hilario Ramírez, que dijo lo que dijo, aunque días después salió a decir que había sido un chiste.

La hilarante declaración de don Hilario es casi tan cómica como creer que hay un auténtico convencimiento ciudadano de que hoy el partido tricolor satisface las más altas expectativas nacionales: crecimiento económico, mejor distribución de la riqueza (y reducción de la pobreza), generación de empleos, atención a los jóvenes, paz y seguridad…

Para quienes están pensando que lo ocurrido con el PRI (y sus aliados en la foto, el Partido Verde y lo que queda de Nueva Alianza) es un mero ensayo de lo que se verá el año próximo con las elecciones intermedias (y de gobernador en varias entidades, algunas vecinas), vendrían muy bien algunas “confesiones” de los futuros candidatos o aspirantes.

Digo, don Hilario le puso pimientita a su campaña emulando a Robin Hood (en este caso, robando al erario dizque para darlo a los pobres) y el resultado no pudo serle más favorable.

¿Qué, será muy difícil escuchar a los suspirantes de Guanajuato capital o de León confesando algún pecadillo presupuestal, nomás para reconocerse como simple mortal, débil y medio mano larga?

Total, más de alguno llegará como diputado a fiscalizar las cuentas del presupuesto que ejerció como presidente municipal, con los resultados ya vistos desde hace años.

Aquí la impunidad es legendaria.

Y el cinismo también.