Las cosas como son

Tres órdenes en las organizaciones

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En las empresas u organizaciones, algunas de las actividades de más impacto entre los participantes son las relativas al orden de precedencia, al orden proveniente de la antigüedad en el trabajo, y al orden derivado de la antigüedad en el cargo. El impacto procede del acomodo puesto a descubierto, una organización diferente al mero apiñamiento, al amontonarse unos con otros en torno al jefe o a la empresa con la idea de sentirse más cerca o de aportar así la mejor contribución. Con esas actividades, sale a relucir la pertinencia del orden como factor primordial para el buen desempeño de cada trabajador y, por consiguiente, para el éxito de la organización con base en su marcha uniformemente acelerada o de plano a todo motor en pos de la consecución de sus metas.

El orden de precedencia refiere la pertinencia de observar quién nació antes, es decir, implica mirar hacia los atrás, a aquellas personas cuya vida modificó el orden en el mundo al cual llegan los posteriores, los más jóvenes. Esta consideración no requiere haber realizado acciones específicas, basta solo con haber nacido antes para introducir modificaciones en el mundo. Tampoco presupone el haber efectuado actos bondadosos o bienhechores; pues cuando algún pospuesto, algún joven, encuentra en el mundo un área mejorable, le debe a los anteriores por esta vía el tener un sentido para su vida. En suma, se trata de mirar a los anteriores, con ánimo respetuoso; y estos a su vez sería conveniente miren a los más jóvenes con benevolencia a fin de integrar su jovialidad, ideas originales e impulso. Ese es entonces el primer orden, no siempre reconocido, entre los miembros de una organización, empresa o grupo.

Lo segundo es la antigüedad laboral. Con un criterio más o menos similar al anterior, promueve mirar a los trabajadores con mayor tiempo en la organización, pues gracias a ellos los más jóvenes o los recién llegados encuentran un espacio donde desarrollar sus facultades y talentos. Aquí cabe hablar de los fundadores, de quienes ocuparon por primera vez los cargos, de quienes abrieron brechas laborales. A ellos les deben los recién llegados (no siempre menores en edad) el reconocimiento a su labor, gracias a la cual la organización, grupo o empresa ha podido permanecer en el tiempo y en el espacio, cumplir sus metas, quizá crecer y entonces brindar oportunidades a otros colaboradores.

Además, son ellos quienes conocen el teje maneje de la empresa o dependencia, han vivido su historia, y aun están al tanto de sus secretos. Por lo tanto, los recién llegados al equipo de trabajo han de mirarlos con respeto, sea cual sea su jerarquía, y en la medida de lo posible apegarse a ellos y aprender de su experiencia, aunque lleguen a encabezar el grupo o a integrarse como otros colaboradores. Este segundo nivel de orden garantiza la marcha estable de la empresa, organización o institución, y posibilita mantener un mismo nivel de calidad en el desempeño.

Finalmente, la antigüedad en el cargo está relacionada con el cumplimiento de metas, con la aportación a los objetivos más amplios, con la permanencia en el puesto, con el hacerse cargo responsablemente del mismo. Esta antigüedad influye en lo tocante a la posibilidad, en tanto colaborador, de llegar a ocupar ese puesto u otro de diferente jerarquía. De igual modo, quienes detentan la titularidad de este puesto, pueden guiar a los recién incorporados, pueden esclarecer para ellos la función encomendada, pueden delinear el tipo de contribución esperada de su quehacer diario. Todo lo antedicho no parece estar provisto de un algo especial o diferente, sin embargo el impacto se produce con el solo hecho de hacer visible ese orden indispensable, de procurar para cada miembro del equipo la localización de su lugar, el mejor lugar para suministrar su contribución al cometido organizacional, y al mismo tiempo para crecer en el desempeño de las habilidades y las facultades desarrolladas. Ese precisamente es el mejor lugar para cada colaborador, donde se espera permanezca y desde el cual cumpla con la encomienda especificada al contratarlo (y por la cual se le paga la remuneración correspondiente).

Por eso impacta en los miembros de los equipos donde se aplican estos órdenes: porque re-coloca a los colaboradores, los sitúa en su mejor sitio y suprime de una sola vez un sinfín de dinámicas ocultas, provocadoras de dificultades o desavenencias entre los integrantes del equipo. De ahí, pues, su importancia, la importancia de hallarnos en todo momento en el mejor lugar.