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Ser de Guanajuato, un orgullo

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La lluvia es un fenómeno natural que siempre ha ayudado a Guanajuato. Al estar la ciudad en una cañada, toda el agua baja por los cerros y el espectáculo que dan los riachuelos cristalinos bajando por las hendiduras de las peñas, emulando minicascadas que traviesas bajan lodo, piedras y lo que se encuentra a su paso. En la sierra de Santa Rosa, todo reverdece, todo se limpia, la lluvia cae y cae como bendiciones multiplicadas para oxigenar a la ciudad. La vera de los caminos que conducen a Guanajuato se llenan de amapolas que, a manera de bienvenida, hacen su vaivén acompañadas del viento de la montaña, el Cerro del Cubilete.

(Foto: Archivo)

Las presas reciben el agua con singular alegría, pues por lo general la mayoría del año suelen estar bajas en su nivel, y como son las que alimentan a Guanajuato, pues se hace prácticamente fiesta en la ciudad y para mostrar que aquí hay abundancia en el agua, festejando el 24 de junio, el mero día de San Juan, se hace la fiesta de la Presa, donde, como la presa de La Olla ya está rebosante, se abren las compuertas para desfogarlas y mostrarle a todos que eso sí, aquí carencias no, eso sí que no, señor.

Y es verdad. En Guanajuato la lluvia es magia: los árboles y matorrales agradecen que la bendita agua llegue y los llene de vida; las calles, las plazas y el caserío aceptan el agua para mantenerse limpias y perfumadas, y los callejones se convierten en ríos tan caudalosos que necesitarías de un kayac para poder bajar esos rápidos. Siempre he imaginado que si Guanajuato se promocionara como lugar para deporte extremo debería ser en verano, en pleno tiempo de lluvias.

No, si Guanajuato es bello, es una tierra prometida para muchos que salieron de sus ciudades natales para encontrar su espacio, su lugar, a decir de una canción que interpreta magistralmente Eugenia León: “Aquí me quedo, mejor aquí, aquí me quedo, por si andas solitario entre mis sueños, al fin, uno se halla su lugar”. Y sí, la ciudad ha sido semillero de insurgentes, momias, escritores, periodistas, deportistas, cantantes, actores y actrices, conductoras de tv, políticos, etc. etc. será porque el talento de por aquí se da como en maceta, es decir, surge de manera espontánea y de ahí para el mundo. Si no, pregúntele a las 36 Momias Viajeras que fueron prestadas por el Municipio y que regresaron sanas y salvas. La historia comenzó en 2007 cuando el ayuntamiento de Guanajuato firmó un convenio con la empresa Firma Cultura para exhibir 24 cuerpos en diferentes estados de la República. Para 2009 el contrato se amplió a 36 momias y permitía sacarlas al extranjero. A cambio el gobierno municipal iba a recibir medio millón de pesos por el contrato de exclusividad con la firma. De ese dinero, Guanajuato no recibió un solo centavo. Pero lo bueno es que regresaron en 2013 después de su gira artística y ahora siguen en exhibición en sus vidrieras en el Museo de las Momias, con sus otras compañeras y espíritus que las acompañan y cuidan. Eso sí, ya pertenecientes al fashion club internacional.

Los Guanajuatenses se dan a la fama y se echan a dormir, saben que la ciudad los cobija y los espera para acunarlos por siempre a la sombra de los pirules, de los jardines, así mismo como Jorge Ibargüengoitia, cuyos restos regresaron al Florencio Antillón. Artistas hay muchos, pero ninguno con el sentir y sapiencia de Guanajuato, te aseguro que cada novela, poema, leyenda, canción que escuches sobre esta ciudad, te llegará hasta los huesos. José Alfredo Jiménez es uno de los más grandes compositores y cantantes de este estado y todas sus canciones lo proyectaba a través de chifliditos, su talento es inigualable y el sentimiento que provoca el cantar sus canciones nos llena por completo. No cualquiera compone letra y música sin saber tocar ningún instrumento, eso es talento señores.

Hay otros que no han sido tan afortunados en recibir todos los honores de los Guanajuatenses. Por ejemplo, se supo en su momento que el cantante Jorge Negrete siempre se consideró un charro de Jalisco, tal vez es por eso que la casa en donde nació que está en La Plazuela del Ropero, no ha sido remozada para poner ahí un museo que hable del gran cantante, pues no él quiso hablar de su ciudad natal, aunque eso sí, la estatua que pusieron en la esquina es como un minihomenaje a Negrete, le faltan como unos 50 cm para alcanzar la altura del actor, pero bueno, algo es algo.

No, si ser de Guanajuato es en verdad un orgullo. Hay muchas más anécdotas de pintores, escritores, muralistas, compositores, porque la ciudad es fértil en muchos más sentidos, y si vienes en tiempos de lluvia, todos los cerros reverdecen y mágicamente te transportarás a la naturaleza salvaje en los rápidos que se hacen en los callejones y el cielo es multicolor. Escucha a los habitantes de esta hermosa ciudad, aprende historia desde su mágica mirada, habla, oye, siente, ven, lee y anda Guanajuato.