El río de las letras

Una sola cosa y todo

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Qué triste suena la llovía cuando golpea en mi ventana mientras allá a lo lejos los perros ladran y se escucha un silencio tan vacío. Ojalá no me quisieras, ojala yo tampoco te quisiera. Ojalá existiera en ti la sencillez suficiente para perdonar y en mi menos estupidez para salir adelante con mi orgullo; sin embargo comienzo a aceptar el futuro como pinta, a sentarme a solas con café caliente tan solo recordando, queriendo no hacerlo, sin poder evitarte. No sé dónde te clavaste pero me dueles tanto cuando intento sacarte. Por favor, termina de matarme o muere conmigo pero no claves poco a poco el cuchillo.

*

No es un adiós y mucho menos una venganza, es tan solo el cansancio de esperar días y días sentada debajo de aquél árbol viendo cada atardecer como se oculta el sol sin saber nada de ti. Quizá si el silencio no fuera tanto, pero a las esperanzas hay que alimentarlas para mantenerlas vivas. No puedes culpar a una planta de morir sin agua y sin tierra, no puedes culparme a mí si cuando vuelvas ya no estoy, no puedes culpar a la vida si nos aleja hoy porque yo jamás te alejé ni quise alejarme, tú te fuiste solo. «Nunca voy a dejarte» dijiste y hoy ya no estás aquí.

*

No quiero ser una sola cosa. Quiero ser todo y no ser nada, y algunos días quiero todo y otros no quiero nada, a veces quiero callarme y otras gritar muy fuerte, pero el equilibrio nunca se puede.

*

Eso ha de ser el tiempo, dejar de encajar donde antes encajabas tan bien.