Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Informarse para cumplir

Compartir

Muchos acontecimientos ocurrieron la semana pasada, que debieran obligarnos a revisar la historia, las leyes y el cumplimiento de estas. En los Estados Unidos  por el cierre de dos casinos —uno de ellos cuya apertura se remonta a 1976— en Atlantic City se perdieron 5 mil empleos en solo un fin de semana. Imposible olvidar que a inicios del siglo pasado y vinculado con un crecimiento sin control de la inversión extranjera, la economía nacional empezó a declinar, lo cual produjo casi tres centenas de paros laborales —sobre todo en actividades vinculadas a la minería—, la invasión de fuerzas estadounidenses en Sonora, supuestamente para garantizar los derechos de los empresarios de Cananea y posteriormente la de Río Blanco en Veracruz[1].

¿Les interesa a estos multimillonarios empresarios, que cinco mil familias dependientes de empleos directos  se queden en la calle? ¿No fue la intención de proteger a los trabajadores, lo que dio como resultado el reconocimiento universal de los derechos laborales, el artículo 123 de la Constitución mexicana de 1917 y sus posteriores leyes y reglamentos? Hoy se festinan diversas reformas estructurales. Para justificarlas desde los dos pasados sexenios se hizo uso de la retórica relativa a los derechos laborales e incluso se delineó un escenario de mejoras a la declinación de las intenciones originales del constituyente pos-revolucionario, cuestión a la que se llegó —se dijo y en parte es cierto— a la voracidad y corrupción de líderes charros de diversos sindicatos. ¿Estaban los hombres “de presa” tan limpios como para lanzar siquiera la primera piedra?

Los próceres del capitalismo liberal y rabioso protagonizaron feroces hostilidades en contra de las posturas económicas diversas. La guerra contra el socialismo y el comunismo, a principio del siglo XX tuvo como vocero en buena medida al clero, alcanzó su mayor virulencia durante los años sesenta sobre todo en universidades y luego de haber propalado la satanización absoluta se alzó el triunfo con la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética. ¿Se encuentra mejor el ser humano del siglo XXI ahora que este capitalismo sin contrapesos domina el planeta? ¿Qué harán los 5 mil ex-empleados de dos casinos en Estados Unidos y otros tantos que ni siquiera alcanzan el rango de noticia en el mundo? ¿Será la solución la economía informal? ¿Qué pasará cuando esta economía de ambulantaje se torne en rebelión universal organizada?

Hoy día, los conflictos regionales tienen detrás de sí a empresarios de los hidrocarburos, minerales diversos, energías más o menos contaminantes, producción de alimentos transgénicos y como la historia lo ha registrado el paralelo e impresentable comercio de armas, por igual las tradicionales que las químicas y las biológicas. Para justificar conductas contrarias a la paz, el respeto al otro, la preservación de la vida y la salud y el mantenimiento de la libertad del individuo, cuerpos normativos sencillos y cargados de sentido común y buenas intenciones, como la Constitución mexicana de 1917, la carta constitutiva de la Naciones Unidas, la Universal de los Derechos Humanos y otras tantas surgidas después de la segunda guerra mundial, han ido perdiendo su esencia con una sucesión de cambios —numéricamente mayores a los textos originales— que aun sin admitirlo encubren la verdadera intención egoísta de solo velar por el interés propio y no por los derechos del otro.

Un muy reducido grupo de juristas —algunos de la UNAM— se han cansado de ofrecer conferencias, dar cátedra y promover grupos de estudio y reflexión, sin más resultado que la crítica destructiva, el desinterés o la marginación. ¿Será oportuno esperar hasta que las empresas vendedoras de fluido eléctrico nos desconecten, sin más posibilidad que prender velas o gastar en abogados en un sistema judicial que se habrá quedado sin estructura ni sustento? ¿A quién reclamaremos cuando nuestro derecho universal al agua solo tenga como respuesta la compra de botellas de plástico reciclado? ¿Quién está pagando las pipas y el agua embotellada para paliar la nueva desgracia de Cananea? ¿Se enteró de una desgracia similar en los Estados Unidos, porque el agua potable se contaminó con una fuga de gas natural?

Agregarle puntos o tildes a las normas fundamentales no es algo nuevo. Cuando la civilización contaba ya con ocho mil años, el decálogo que le fue entregado a Moisés ya había sido reglamentado con casi 500 normas que al final del día desdibujaban la intención original de Jehová. Tanto a las multitudes que seguían a Jesús como a sus doce discípulos les fue reiterado, no una sino infinidad de veces, la intención de no abrogar las leyes sino ocuparse de cumplirlas; de esto han pasado cuando menos dos siglos y los seguidores de Jesucristo —religión todavía mayoritaria en el planeta— parecen no tener conciencia de la importancia de cumplir y si bien celebraremos100 años de la promulgación de nuestra Constitución parece difícil, tanto a los gobiernos como a los gobernados, justamente el cumplimiento. ¿Será necesaria la oscuridad para que la electricidad deje de ser solo un producto? ¿Apreciaremos la riqueza marina cuando por la contaminación esta haya desaparecido? ¿A quién culparemos o, peor aun, a quién recurriremos cuando por el constante irrespeto a las leyes naturales los ciclones, los huracanes, las trombas y los temblores arrasen a nuestras familias, escuelas y pueblos? La vida es mucho más que acumular dinero en una cuenta bancaria, disfrute a sus hijos, infórmese e infórmeles. No solo el día en que el ejecutivo cumple esta obligación con los legisladores, convierta el derecho de informarse en algo cotidiano y base en esto sus decisiones.

 *

[1] 1906 y 1914.