Candil de la Calle

Cordovazo II

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Hace casi dos años, en febrero del 2012, escribí en este espacio una columna a la que titulé “Cordovazo”.

“El PRI ha sido fiel a sí mismo en Guanajuato”, decía en la Ciudad de México el entonces presidente nacional del partido, Pedro Joaquín Coldwell, después de anunciar la nominación del fallecido Juan Ignacio Torres Landa como candidato a gobernador.

Se había conjurado el cordovazo.

Impulsada por los estrategas que han encumbrado al Partido Verde Ecologista —las maneras serían ampliamente discutibles— en el escenario político guanajuatense por encima de las depauperadas izquierdas, particularmente por Beatriz Manrique Guevara y Carlos Chacón (más por la primera) se había iniciado días atrás una intensa negociación para colocar como candidato no a Torres Landa, sino al doctor José Ángel Córdova Villalobos.

Córdova acababa de salir del proceso interno del PAN, aplastado por el grupo con el poder en el partido, el de Juan Manuel Oliva, Fernando Torres Graciano, frente a Miguel Márquez Márquez.

Los acusó de tramposos, de usar padrón y mañas para derrotarlo.

Córdova sostendría después encuentros con Felipe Calderón y Margarita Zavala; con Josefina Vázquez Mota, la entonces candidata presidencial. Se le presentaría como aspirante a un cargo plurinominal federal, listas en las que a final de cuentas no fue anotado; como adjunto en la campaña presidencial de Josefina, a donde tampoco llegó.

Sin una sola carta de la baraja, fue propicio para los acercamientos con los personeros del Partido Verde… que en realidad habían iniciado desde antes de que participara en el proceso panista.

Y se reanudaron tras su derrota ante Márquez.

Pero si bien desde el priismo del centro del país, desde donde se han dado muchas pruebas del desdén con el que se mira a los provincianos guanajuatenses que no han podido recuperar la gubernatura entregada a Carlos Medina Plascencia en 1991, no había empacho en designar al doctor Córdova con el propósito de hacer intentos por mermar la votación del blanquiazul, acá no se pensaba igual.

A fines de febrero, Juan Ignacio Torres Landa frenaba los ímpetus del centro. La sublevación y las quejas por el desaseo del proceso interno consiguieron su propósito y lo situaron a él en la candidatura; Francisco Arroyo se disciplinaba sin ocultar los saldos funestos.

Y para Córdova vendría bien esperar mejores tiempos, los que, al parecer, están llegando.

Contra todo, incluyendo en este paquete a la alcaldesa Bárbara Botello, el Partido Verde consiguió imponer el ungimiento de Córdova como abanderado de la militancia tricolor.

“Por encima de mis filas hay propósitos superiores Yo soy la más interesada en que se garantice la continuidad del proyecto de gobierno en León”. Con estas palabras (más o menos) pronunciadas el lunes en la noche en la presentación de Córdova como candidato de PRI, Partido Verde y el acomodaticio Panal, en el acto políticamente prehistórico aderezado con prehistórico acarreo y prehistóricos discursos, Bárbara Botello dijo mucho, mucho más.

Este es el pacto que le costó a Martín Ortiz la candidatura, y que le ocasionó el gesto demudado, sombrío, funerario, que lució el priista en el evento del lunes.

Ni los aplausos, ni las porras que recibió del priismo que fue llevado a aplaudir y a echar porras a Córdova, lograron mover un milímetro el gesto adusto de Ortiz.

Lo escribí hace dos años: así se arreglan en el PRI.