Histomagia

Historias de día y de noche

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(Foto: Archivo)
(Foto: Archivo)

Un nuevo año más se acumula a la edad de esta mágica ciudad. Todas las historias que se viven tanto de día como de noche, son en realidad las puertas para poder adentrarnos en la vida pasada de muchos de los guanajuatenses.

Guanajuato con tantas y tantas leyendas da cuenta de ser uno de los vestigios que quedan de esta misma ciudad que una vez fue, porque existe un Guanajuato enterrado que nos hace regresar a esas épocas, evocando las múltiples historias que a veces se rompen líneas en el tiempo, que se fragmentan momentos en el espacio-tiempo para poder asomarnos a esas épocas.

En Guanajuato basta con salir a caminar por la ciudad por el Centro Histórico, el tiempo parece pasar más lento. Si es de noche, las calles y callejones, plazas, bancas, árboles, cada piedra, cada farola, te transportan y vives y sientes las vibras al ir solo o acompañado, de si alguien te ve o te sigue, en verdad sientes que te siguen, porque estás embebido en sentir el frío viento en la cara y cabello, y ver cada una de las casas antiguas que representan la nueva vida de la ciudad, pero entras a la subterránea y basta con ver sus techo embovedado para dar cuenta de las ramificaciones de túneles que en otrora tiempo conducían a esta ciudad enterrada.

Dicen que puedes entrar a ella si en verdad eres valiente y recorres estos túneles, que aunque la mayoría ya fueron clausurados, algunos se han aventurado a entrar, pero no por estos túneles, sino por los distintos accesos que existen en los templos y casas que están en el Centro Histórico que, cuenta la leyenda, son conexiones que se hicieron por medio de las construcciones derruidas del otro Guanajuato, ramajes que se retomaron el la época de los cristeros y que a la fecha son una puerta directa a conocer lo que hay debajo de nuestros pies, en verdad es encantador esa ciudad enterrada.

Lo que han encontrado se pierde entre los relatos del imaginario guanajuatense porque van desde decir que hay celdas debajo, secuencias de celdas que van desde la entrada de los túneles hasta un final que no se puede ver. También dicen haber visto paredes con huecos que llevan interiores de casas con pisos de grandes losetas de barro que cubren el piso que contiene muebles antiguos destruidos, enmohecidos, libros antiguos esparcidos, lámparas, ropas hechas de telas muy, muy viejas, así como huesos humanos que evidencian la, dicen, tromba que hace muchos años cayó en ese Guanajuato que lo inundo, lo aterró (llenó de tierra) que ya fue imposible removerla, por lo que, se dice, se decidió construir encima de él, dejando todo tal y como estaba.

Uno de los relatos que más me han impactado sobre lo encontrado allá abajo, es sin duda, la falsa pared que encontraron en una de las casas. Esta pared estaba enjarrada de manera cóncava y cuando lograron penetrarla, encontraron una cuna con los restos de un bebé y, alrededor de él, tanto en la cunita como en el espacio mínimo de esta habitación, diversos juguetes y menaje de niño. Cabe decir que salieron corriendo los aventureros exploradores.

Investigando sobre el tema, al parecer, ésta era una práctica antigua. Cuando un bebé o niño moría, en una esquina de la recámara, ponían la cuna o camita con el cadáver del niño, así como sus pertenencias, entonces los padres lapidaban con un muro cóncavo, esa sería su tumba y estaría para siempre con la familia. Sorprendente.

Pero no me creas, mejor ven a conocer las casas antiguas, a tocar estos singulares muros, quizá te toque oír o ver algo que sólo tú debes saber. Ven, lee y anda Guanajuato.