
Hace poco más de un año en un punto intermedio entre el Distrito Federal y Guanajuato, al bajar en un paradero (creo que San Pedro, pero no me hagan mucho caso) me conmovió la limpieza de los sanitarios, sus blancas baldosas y su aroma a pino y al regresar a la camioneta exclamé: “Los baños brillan como el sol”. Sobra decir que los familiares que viajaban conmigo señalaron lo sobrado de mi expresión acompañándola con sonoras carcajadas, desde ese momento colgarle metáforas exageradas a cualquier cosa se volvió un increíble chiste local.
La rimbombancia, que es el pecado en el que yo incurrí al comparar a nuestro astro rey con un objeto tan escatológico, consiste en exagerar en el uso de los recursos para parecer elegante, bonito, talentoso, culto o cualquier calificativo que represente para el rimbombante un valor a alcanzar, el resultado es terminar colgándose hasta el perico si se trata de ropa, tener la saturación visual de un pastel de sanborn’s, el gusto ostentoso de un narco y en el caso de la palabra escrita, además, tiene cierto efecto somnífero apantallador que puede echar por tierra hasta la mejor de las ideas.
Lo cierto es que el engaño solo podrá ser efectivo sobre aquellas personas que tienen las mismas carencias que quien lo perpetra, ustedes perdonaran la referencia, pero en la película de “La sirenita” (1989) ella encuentra un tenedor y le pregunta a una gaviota por su utilidad y esta le dice que es un “cachivache” para el cabello, cuando ella llega a la superficie y se peina con el en la mesa las miradas de estupefacción no se hacen esperar, tal vez en el mar no había tenedores pero en la superficie todos los conocían y sabían su función.
Con esto no trato de decir que nos limitemos a la sencillez para evitar problemas, la ostentación tiene sus encantos, sus momentos y sus partidarios, solo quiero avisar que hay que cuidar mucho la base sobre la que se cuelgan estos abalorios, es decir que la envoltura corresponda con el producto, no como los baños queretanos donde por más esplendores solares que les atribuyamos no dejan de ser tan solo un recipiente para excremento.
