Entre caminantes te veas

Felices por siempre

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Mayra salió de su casa por última vez arrastrando la vieja maleta gris. Adentro sus padres dormían, ajenos a lo que estaba sucediendo, horas más tarde, cuando despertaran, leerían en la hoja de papel sobre la mesa que su hija se había marchado con rumbo desconocido para encontrarse con el amor de su vida: “No me busquen. Estaré ocupada siendo feliz. Los quiero”.

Lo conoció en una red social, él era todo lo que ella había soñado siempre. Cuatro meses de conversaciones nocturnas confesándose secretos, compartiendo sueños, riendo y llorando con tantas anécdotas de vida. Era inevitable que surgiera el amor, que naciera una pasión.

Por eso, no lo pensó dos veces cuando él le propuso huir juntos. La vida era una sola, ella era joven, tenía derecho a vivirla, a disfrutar sus propias experiencias. El amor podía con todo, vencerían cualquier obstáculo. Él, era más de lo que siempre soñó. Tenía un cuerpo maravilloso y un rostro perfecto, como el delos modelos de las revistas.

Le dijo que pasaría por ella a la entrada del Jardín Morelos, en una camioneta negra sin placas. Era muy temprano, todavía no clareaba el día. No había movimiento en las calles a esa hora. Los comercios cerrados, el silencio ensordecedor. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Pensó en sus padres, tal vez debía regresar y explicarles en persona lo que pasaba, decirles que se quedaran tranquilos, pedirles su bendición…pero no quería perder al amor de su vida, no quería decepcionarlo, que pensara que no era valiente, que no se atrevía a hacer las cosas por él.

Sin embargo, algo le decía que había que dar marcha atrás. Apretó los puños, cogió la maleta e iba a dar vuelta para regresar cuando la camioneta apreció al final de la calle. El corazón comenzó a latir con fuerza, la camioneta se detuvo, no se veía bien el interior, los vidrios estaban polarizados, la puerta trasera se abrió. Fue hasta que estuvo arriba del vehículo, que reparó en los dos hombres detrás de ella.

Bajaron por la subterránea y se perdieron entre esos caminos rodeados de cerros y montañas. Su chico guapo de hermosos ojos y cuerpo perfecto, en esos momentos estaba descansando en casa luego de  una agotadora sesión de fotos, efectivamente era un modelo de revista, que no sabía que las fotos por las que cobraba para hacer la publicidad de una marca comercial eran el cebo que atraía jovencitas soñadoras que terminaban siendo llevadas a prostíbulos fuera de la ciudad.

Nunca más volvería a ver sus padres, ellos serían a partir de esa mañana caminantes incansables, que lucharían por encontrarlaa pesar de la indiferencia de las autoridades por su dolor y tragedia, su foto se volvería viral y ella famosa como siempre soñó. Pero nunca lo sabría, porque donde ahora estaba y estaría hasta el fin  de sus días, solo había cabida para el dolor infinito y el sufrimiento sin fin.