Candil de la Calle

Algo más que un tuit

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(Foto: Archivo)
(Foto: Archivo)

“Ampliía EUA su alerta a viajeros en México. Por supuesto el Estado de Guanajuato se mantiene como destino SEGURO”, escribió, muy orondo, el Secretario de Seguridad Pública de Guanajuato, Álvar Cabeza de Vaca Appendini, este martes por la tarde en su cuenta de Twitter.

A través de esta cuenta es como el secretario suele anunciar alguno de los operativos de recuperación de combustible, o las acciones conjuntas que llevan a la captura de cada una de las peligrosísimas células de la delincuencia organizada que operan en la entidad, y que curiosamente nomás no se acaban.

Cabeza de Vaca, para tenerlo muy presente, es el funcionario responsable, entre muchas cosas, de la instancia encargada de diseñar y operar la política de prevención del delito del gobierno del estado.

Esa que tantas y tantos ciudadanos afectados por el delito no ven por ningún lado.

Me llamó la atención que el viernes, cuando comenzamos a enterarnos de los episodios violentos en la ciudad de León presuntamente vinculados con las acciones del cártel Jalisco Nueva Generación en esa entidad, de forma sorpresiva no aparecieron esos tuits a los que nos tiene acostumbrados el funcionario para enterarnos inicialmente de operativos, desmantelamiento de células, recuperación de camiones o autos robados.

Nada.

Veamos: el vocero del gobierno municipal de León, Manuel Mora, comenzó a reportar a través de las redes sociales, principalmente Twitter y Facebook, los incendios de vehículos en distintos puntos de León unos minutos después de que estos comenzaron a registrarse, en eventos casi simultáneos, con diferencia de unos cuantos minutos entre ellos, el viernes 1 de mayo alrededor del mediodía.

El funcionario fue proporcionando detalles de los vehículos, ubicación, algunos testimonios… una estrategia inusitada del gobierno municipal en una situación como ésta.

Por el contrario, en el gobierno estatal todo fue silencio. Reporteros solicitamos información y del lado de las instancias gubernamentales, tanto de la Procuraduría como de la Secretaría de Seguridad Pública, la “información” se presentó en una conferencia de prensa casi ocho horas después de los incendios de vehículos, uno de estos en pleno bulevar Mariano Escobedo, a la altura del centro de León.

La rápida y sorprendentemente fluida comunicación municipal y el silencio de la autoridad estatal son, sin lugar a dudas, síntomas a revisar junto con todos los sucesos del viernes 1 de mayo, y los que se registraron en la madrugada del sábado 2 de mayo, cuando fueron incendiados un par de locales comerciales, también en León.

La renuencia de todos los niveles de autoridad para referirse al ataque orquestado y casi simultáneo como de la autoría del Cártel Jalisco Nueva Generación es también sintomática. En Guanajuato, autoridades de distintos niveles han hablado de la presencia de este grupo del crimen organizado, particularmente en León, y peleando esta plaza, desde hace meses, y ello está registrado en los medios.

La versión de que algunas oficinas donde residen los consejos electorales en León fueron desalojadas ante advertencias de que serían incendiadas o atacadas, se ha dejado escuchar también en los días posteriores.

En días posteriores ha resultado también que los sospechosos y presuntos responsables de los ataques, detenidos por policías municipales —y cuyas capturas fueron ratificadas por las autoridades estatales horas después— están libres. De los seis que fueron detenidos el viernes y uno más el sábado, únicamente este último ha sido consignado por un juez, acusado de terrorismo.

Certezas, ¿cuáles?

Narcopolítica. Política contaminada con el crimen organizado. Delincuencia organizada mostrando el músculo, en pleno proceso electoral. Simulación y falsedad a cargo de algún grupo ajeno a los cárteles pero gustoso de hacerse pasar por éstos. Contrincantes capaces de recurrir a las bajezas del miedo para ahuyentar los votos. Lo hemos escuchado antes, lo hemos visto en otros rumbos.

Las hipótesis están planteadas. Pero mientras elucubramos sobre ellas, funcionarios festinan vivir en un “Guanajuato seguro” y creen que la percepción estadunidense que excluye a nuestro estado del boletín de zonas inseguras para los ciudadanos norteamericanos es suficiente para que podamos dormir tranquilos, en León o en Celaya o en Irapuato o en Guanajuato capital o en Valle de Santiago o en San Luis de la Paz.

No. Se necesita más que un tuit y más, mucho más que arcos carreteros y un derroche de tecnología bautizada como Escudo, para dormir sin sobresaltos en Guanajuato.