El Laberinto

Inventos raros

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(Foto: Especial)
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Soy de esas personas que entran a internet para saber de los pingüinos y terminan leyendo sobre cucharas o sobre la turbulenta vida de alguna persona, me dejo llevar por los enlaces y eso a veces me lleva a puntos insospechados, como subirte a un camión y de ahí cambiar cada que te cruzas con otro hasta que acabas en una zona de la ciudad que ni siquiera sabias que existía.

Recientemente en uno de estos viajes cibernéticos me encontré con una página estadounidense donde ofrecen a precios de oro mercancías importadas de Japón y estos productos son realmente desconcertantes por tres motivos principalmente: Muestran los intereses de sus inventores, crean necesidades absurdas y entran en un callejón evolutivo sin salida.

Sobre los intereses, que pueden darnos una probadita del estilo de vida que tienen, las tendencias más sobresalientes que logré capturar son productos de fácil manejo para que los niños sean más independientes, como vasos que hacen licuado de plátano de forma segura; inventos para los solteros sobre todo dirigidos a preparar comida para una sola persona; muchos objetos para el cuidado de la belleza que van desde el cabello hasta las uñas de los pies y fundas y complementos para la personalización y preservación de los dispositivos electrónicos.

Dentro de las necesidades más absurdas encontradas, que aun así responden a los intereses detectados, había soportes para poder utilizar la computadora acostado, dispositivos que hacen ruido de agua en el baño para que los demás no te escuchen desde afuera, fundas para celular blindadas más caras que el mismo teléfono y además peligrosas por su peso, dispositivos para ejercitar el rostro, para mejorar la voz y cintas para no arrugarse mientras duermen.

Acerca de los callejones sin salida evolutivos me refiero a este tipo de artefactos que sirven para una única tarea que podría hacerse muy bien con otro artefacto más versátil y cuya utilidad depende entonces de la frecuencia con que el consumidor ejecute dicho trabajo, como la maquina que solo sirve para hacerle un copete de espuma a un vaso de cerveza o una cuya una única función es revolver un huevo dentro de su cascara hasta que se puede hervir y hacerlo un postre.

Lo que en un principio me parecía raro después me comenzó a mostrar una serie de particularidades de la vida moderna, que pide que todo se haga rápido, que tiende hacia la especialización absurda, que busca que nosotros y nuestros aparatos nos mantengamos lo más bellos posibles y que pretende mecanizar hasta el más pequeño de los procesos diarios y convertir hasta el mínimo detalle de nuestras vidas en un nicho de mercado que se puede explotar de forma jugosa. Como siempre que pico enlaces sin mesura, llegué a donde no quería, yo trataba de sorprenderme pero ahora estoy muy preocupada.