Candil de la Calle

Conmoción poselectoral

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(Foto: Especial)
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A la luz de los acontecimientos…

Un acontecimiento que no proporciona luz, sino que está sembrado por la sombra de las dudas (tantas) es el asesinato del presidente municipal electo de Jerécuaro, el ex militante panista Rogelio Sánchez Galán, ocurrido en los días en que todavía el proceso electoral como tal no ha concluido en Guanajuato y en el país, puesto que permanecen aún los litigios en los tribunales electorales ante las impugnaciones presentadas por partidos y candidatos en distintos escenarios, municipales, distritales locales y federales.

Rogelio Sánchez Galán, político y empresario transportista, murió acribillado junto con otras dos personas, uno de ellos su colaborador, dentro de un inmueble de su propiedad, una central de autobuses localizada en la comunidad de Fresno, de donde era originario.

Fue presidente municipal por el Partido Acción Nacional entre el 2009 y el 2012, pero al final de su trienio se acercó al PRD.

Le tocó en ese periodo la turbiedad de la violencia desatada en el sexenio calderonista, y su municipio no estuvo exento de vaivenes que lo tuvieron en el ojo del huracán. Su director de policía fue emboscado y asesinado en abril del 2011.

Uno de sus vecinos más conocidos, Diego Fernández de Cevallos, fue secuestrado en su tiempo como alcalde. Fernández de Cevallos es propietario de la hacienda La Barranca, entre los límites de Guanajuato y Querétaro, en territorio jerecuarense.

Sánchez Galán me contó que se reunieron en varias ocasiones y que Diego le ofreció maquinaria para hacer obras. El amo y señor de Querétaro obtuvo con creces cortesías del gobierno del estado y del municipal (no sólo en el periodo de Sánchez Galán, aclaro): fue modificado el trazo carretero para evitar que siguiera pasando frente a su hacienda, y se reubicó a varias familias que vivían frente a La Barranca a otro lugar, en casas tipo Infonavit, del otro lado del campo de fútbol.

Tras su defección del PAN, Rogelio fue invitado por el PRD a ser candidato a diputado federal en el 2012, pero no ganó.

En este proceso electoral, el Partido Verde Ecologista le ofreció la candidatura para repetir en la Alcaldía. Ganó, le ganó al PAN con una diferencia de mil 555 votos (se quedó con 7 mil 757) y el 35 por ciento del total de votos de los jerecuarenses.

Hace dos semanas exactamente, Sánchez Galán fue declarado alcalde electo y recibió su constancia de mayoría en la Comisión municipal electoral encargada del cómputo.

Hoy, está muerto, en un crimen cuyo escenario apunta al crimen organizado, según los primeros signos advertidos en la investigación oficial.

A estas alturas del año y con los registros delictivos del día a día, a muy pocos les entra por el oído el rollo del estado seguro. En serio.

Si bien en Guanajuato no se había registrado un homicidio con estas características, tenemos varios meses llevando las cuentas mortales de asesinatos de alto impacto prácticamente a diario y en todos los puntos del territorio guanajuatense.

El mismo día en que el presidente electo de Jerécuaro fue asesinado, varias personas lo fueron también.

El asesinato del presidente municipal que ya no gobernará a los jerecuarenses a partir del 10 de octubre próximo es uno de esos signos a los que nadie con atribuciones o poder decisorio en la vida del estado quiere voltear a ver.

Desde esos niveles gubernamentales se dirá que este “hecho aislado” no debe ser motivo de alarma, ni de generalizar, ni de sumar este caso a la narcopolítica o al cobro de facturas o a las amenazas a los políticos que entrarán en funciones en los próximos meses…

Levante la mano el alcalde electo que no esté preocupado, el diputado electo al que no le inquiete, la regidora que sigue viendo un “estado seguro y en paz”.

¿Alguien?