Para mi abuela chimenea

Estaba tomando un descanso, fumándome un cigarrito, en un parque y un galante sexagenario me preguntó: «¿Por qué fuma usted señorita?». No supe contestar tomando en cuenta los tiempos que corren.
Llegar a un bar y buscar ansiosamente la zona de fumadores siempre al aire libre, si eres invitado en una casa pedir, con mucha timidez, el cenicero y si no encuentras ninguna de las dos resignarte a salir al jardín, a la banqueta, al estacionamiento o al balcón, sentir el frío y la segregación, exhibirte echando humo, hacer un viaje de doce largas horas sin fumar, una fila de trámite o una jornada laboral.
Hemos sido expulsados de todos los espacios públicos, de los transportes, de la mercadotecnia y recientemente de las películas porque damos un mal ejemplo, nos castigan con impuestos excesivos que planean disuadirnos, atribuyen todos nuestros males a fumar. Peor aun que todo esto, es el estigma de ser vistos como sujetos que perjudican a los demás ensuciando el aire y que inconscientemente se gastan su dinero y su salud en un hábito sin sentido, hasta hacernos decir “yo fumador, confieso ante ustedes que he fumado mucho, en la calle, en la casa y el salón, por mi culpa, por mi culpa y por mi gran culpa.”
Mientras veo como antes la sociedad vivía en el otro extremo, en películas de la época de oro del cine mexicano donde divas, galanes, villanos y hasta tiernas abuelitas fuman todo el tiempo, en todo lugar y a nadie lo censuran o en series de época como “Call the midwife” en la que parteras, doctores y embarazadas echan humo mientras traen nuevas personas al mundo, me pregunto si todas las precauciones que se toman con el cigarro y quienes lo respiran son verdaderamente necesarias o si en esos momentos se vivía mal y se enfermaban mucho y nadie se había dado cuenta de la razón de tanta desgracia.
Estoy segura que el tabaco mata, acerca de lo que no lo estoy es sobre qué tantas otras cosas lo hacen, cada semana sale una nueva investigación sobre algún asesino cercano y silencioso, como el tocino o las botellas de plástico. Ya tengo la respuesta al caballero del parque, sin importar lo que diga el gobierno, los médicos o las otras personas sobre fumar: hacerlo o no es mi decisión y simplemente quiero que no lo olviden. Eso o que tengo una adicción terrible, que también es una posibilidad.