Candil de la Calle

Sufragio Efectivo 3.0

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Mauricio Guzmán Yáñez (Foto: Archivo)
Mauricio Guzmán Yáñez (Foto: Archivo)

El presidente del Consejo general del Instituto Electoral del estado, Mauricio Guzmán Yáñez, ya avizora en el panorama del organismo la complejidad del proceso electoral del 2018, para el que muchos comen ansias y otros tantos, particularmente funcionarios y una andanada de senadores variopintos, despliegan ya frenético proselitismo y operan desde distintos ámbitos y gobiernos, en el caso de la gubernatura.

(El relevo de Miguel Márquez, primero al interior del Partido Acción Nacional en la definición de la candidatura, se ve harto complejo e intenso ya por los movimientos de los distintos operadores, incluyendo a varios dentro del gobierno del estado, que poco o ningún caso hacen a las señales y advertencias de que se dediquen a trabajar y no a ponerle la alfombra a los precandidatos).

Uno de los elementos que ya se ve que le pondrá más sabor al caldo, y al que específicamente hizo referencia el consejero presidente del IEEG, es el de la reelección de los presidentes municipales.

Por primera vez, debido a la reforma a las leyes electorales y demás, los actuales alcaldes tendrán la posibilidad de postularse para un segundo periodo de gobierno.

Podrán calentar la silla, pues.

Por primera vez, y gracias a la misma razón, los ciudadanos guanajuatenses tendremos la posibilidad de decidir si queremos que un alcalde (o los 46) se quede por otro periodo de gobierno, seguidito y casi casi, sin cortes.

Este mecanismo de la reelección (invariablemente nos vendrá a la mente la frase “Sufragio efectivo. No reelección” que leíamos en oficios y memorándums en alguna oficina de gobierno) puede interpretarse como una alternativa al referéndum o la consulta mediante la cual los ciudadanos calificamos a un gobierno, su desempeño y la satisfacción o no que tenemos con él, votando otra vez por el mismo, o rechazándolo a través de otra opción.

O sea, el reto de la reelección no sólo es un panorama novedoso y complejo para el organismo encargado de organizar las elecciones. Lo es para una ciudadanía a la que le cuesta cada vez más trabajo discernir en sus decisiones sobre aquéllos candidatos y partidos que, supuestamente, resultarían ser los idóneos para gobernar u ocupar un cargo de elección.

Es un nuevo ingrediente que requerirá de otra mirada y será otra forma de evaluar a un presidente municipal y sus actos. El interés por informarse de un candidato en campaña, que buscará por primera vez un cargo o que pasará de un cargo a otro, variará al tener frente a sí a quien en los últimos tres años encabezó la administración municipal, ése gobierno que —se dice siempre— está más cercano que cualquier otro al ciudadano de a pie.

Además de los recovecos que puedan surgir en este primer ejercicio que parece  muy lejano pero que ya está encima de muchos actores (los presidentes municipales están acercándose al primer año de sus mandatos, más la calentura por la candidatura a gobernador que suele subir los termómetros de aspirantes y seguidores con mayor anticipación), se probarán también otros aspectos de la reelección.

Por ejemplo, ¿cómo se fiscalizará a quien es alcalde y quiere repetir —o calentar la silla— para inhibir el uso del recurso municipal que administra, si lo tiene tan a la mano?

En estos ejercicios de ensayo y error en las aproximaciones a una democracia a la mexicana, otros métodos de sufragio que ya han sido probados en otras naciones con muy distintos resultados se aprestan a ser aplicados en la nuestra.

El meollo del asunto es que esto de la reelección de alcaldes, que se considera hoy por hoy un avance en el ejercicio de la ciudadanía, es inversamente proporcional a otros requerimientos prácticos para que funcione.

Sólo tres ejemplos: la transparencia y la rendición de cuentas de los gobernantes, el castigo a la corrupción cuando incurren en ella o la participación de patrocinios o recursos non sanctos o de muy dudoso origen para financiar a nuestros gobernantes, ésos que, sin duda en una abrumadora mayoría, querrán seguir calentando la silla.