Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Nepotismo o amigocracia.

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Cuando el titular del ejecutivo de una nación, enfrenta una caída espectacular en las preferencias populares -la de Chile ha llegado a tener solo 13%- es menester, analizar el mayor número de posibles causas, desde el manejo incorrecto de la imagen, pasando por errores conductuales, no tener la capacidad de cumplir las expectativas derivadas de promesas de campaña hasta el extremo de no poder identificar a sus detractores. En México, el tema de la ausencia de legitimidad se instaló frenéticamente en la lista de lo impopular desde 1988, persiguió a Felipe Calderón durante todo su mandato y afectó indirectamente –por el actuar de su esposa- al señor Fox.

La disculpa que nunca se ofreció.

Otro de los señalamientos que llevan a perder popularidad es la corrupción, condición que al igual de la amistad o la lealtad supone un camino de ida vuelta, donde delinque quien recibe, casi siempre del poder público, pero también el que da –generalmente del ámbito privado- alguna prebenda.

Este tipo de reacciones populares, son tan antiguas como la humanidad misma y no tendrían importancia a no ser que todo el actuar social sea afectado al grado de impedir la convivencia sana. Hoy día, es casi un ritual reunirse a señalar los defectos, omisiones, acciones equívocas etc. de los ejecutivo de la república –en los tres niveles de gobierno- al igual que lo hacen los alumnos de un grupo en contra del representante que eligieron o los rotarios y en  general clubes de servicio, respecto de aquél a quien han nombrado su presidente. El cambio de la emoción desde la elección, hasta el extremo del rechazo rabioso ¿tiene que ver con la envidia? La base de esta conducta fundamentada en el señalamiento y el desdén por el reconocimiento, ¿es la incapacidad de movernos sin la tutela de un padrino, jefe o cómplice de actividades?

Premisa descrita por filósofos de la antigüedad y políticos destacados es la de contar con mayores posibilidades de vencer al contrario si logramos dividir y confrontar, lo cual se convierte en diabólica maldición en el contexto de la partidocracia pulverizada con resultados como el que están sufriendo los ciudadanos españoles o brasileños. Si la fuerza para la producción, el resultado eficaz y el bienestar generalizado requiere de equipos de trabajo consolidados y la realidad en el extremo individualista que priva en el siglo XXI parece impedirlo; entonces, los directores de empresa o los funcionarios de diversos niveles, tienen que rodearse de personas, que según su propia visión, les garanticen cierta seguridad de lealtad, reconocimiento de autoridad, incluso gratitud y, en tales “colaboradores” casi siempre hay un vínculo familiar o de amistad como lo hizo pisístrato no sólo para proteger su poder en Atenas sino para llevar a cabo sus planes de gobierno. Escipión, suegro de Pompeyo, no pudo escapar de la denuncia de Marco Antonio –tribuno de la plebe favorable a Cesar- debido a su ineptitud en cuestiones militares, por lo cual no era lógico que comandara dos legiones y la única justificación de José Bonaparte para ser rey de España fue su filiación con Napoleón. Cardenales y papas, favorecieron a sobrinos –llamados nepotes- que en realidad en muchos casos eran hijos naturales- aun cuando carecieran de cualquier mérito que justificara la función o el privilegio otorgado[1].

El nepotismo de consorcios empresariales –Grupo Carso sería nuestro mejor ejemplo- no es tan criticado pues se supone que es el patrimonio privado el afectado con su pago; pero si los cargos públicos se dan a personajes sin méritos aunque con parentesco sanguíneo o civil, el tema se convierte en delito y cae en el ámbito de la corrupción, con extremos como el del vástago de José López Portillo quien sin ambages reconoció que su hijo nombrado representante ante la FAO era justamente “el orgullo de su nepotismo”.

Favorecer a ciertos amigos –dándoles puestos o concesiones de negocio- se califica entre el vulgo como “amigocracia” aun cuando la imprudencia o ineptitud de tales sujetos lejos de ayudar perjudican a quien le ha nombrado ¿Cuantos de los miembros del gabinete actual del gobierno de México pueden caer en esta categoría? ¿Se deberá a sus actos –fallidos, de buena fe o imprudentes- el declive de la aceptación del señor Enrique Peña Nieto?

Castillo rompe récord.

Hasta el sábado, cuando tristes dos medallas eran el pobre resultado de la olimpiada, el punching bag de la opinión pública era un señor que quiere vivir en un Castillo y tiene a lo largo de su actuar una serie de historias de verdad “notables” pero ¿subirá la popularidad de su amigo si lo corre? ¿Habrá menos riesgo si lo desemplea o si lo manda a otro ámbito que también pueda estropear? ¿Cuántos de los oficiosos críticos del gobierno son miembros de federaciones deportistas que tienen años, usufructuando corruptamente recursos del erario?

Cuando pido a mis interlocutores que nombren cuando menos un personaje digno de sustituir al señor Peña sin recibir una respuesta seria, tengo que señalar que quizá él no sea perfecto y tenga demasiados amigos que lo traicionan, pero seguir lanzándole bolas asesinas en realidad atenta contra la institución presidencial. Ojala todos pusiéramos nuestra expectativas  de satisfacción en la vida, en nuestro trabajo, capacidad de incluirnos y decencia para no fallarnos a nosotros mismos cuando logramos una oportunidad, en vez de estar esperando que un amigo o un pariente nos adopte, bajo la “esperanza” de que si llega una opción diferente nos indulte como ofrecen quienes saben mirar para otro lado con tal de ser favorecidos por el “voto mediático”. Si la mayoría de invitados a formar un equipo de trabajo gozan de capacidad para servir en vez de servirse dejará de ser importante el vínculo que los une con el líder; lamentablemente esto es el mundo y no el paraíso. El señor Fox, seleccionó sus cuadros según el consejo de los Head Hunters, muchos de tales funcionarios resultaron un fiasco y no pudo excluirse el país de la consecuencia del favoritismo de los hermanos, amigos, y en general prole incomoda favorecida. Ojala que más allá del corto-placismo, el amiguismo que quizá nos excluye y la tolerancia impuesta, seamos capaces de trabajar a favor del México que nos ha dado lo que somos y que se merece nuestra descendencia.

[1] Los nepotes muy comúnmente eran los instrumentos  para continuar una dinastía papal, como la de Calixto III de la familia Borgia. Dos de tales sobrinos fueron nombrados cardenales, siendo Rodrigo quien luego se convirtió en Alejandro VI. Éste promovió al hermano de una amante como cardenal, y tuvo descendientes que llegaron a  tal posición siendo nietos menores de edad.