Con la bolsa en el hombro y las llaves en la mano, lista para salir, vi como por la ventana de la cocina (diminuta e interior) irrumpía un colibrí, que a toda velocidad se metió a mi cuarto y cuando estaba saliendo del asombro y poniendo las cosas en el sillón para entrar a buscarlo oí un golpe y acto seguido salió mi gata triunfante con el ave en el hocico. Logré salvarlo de la muerte pero no llegar a tiempo al trabajo, este tipo de excusas no son de aquellas que se pueden creer fácilmente.
Aprovecharé la historia, ya que no sirvió como justificante laboral, para hacer una metáfora sobre lo inesperado pero tomando en cuenta el contexto, es decir el espacio, el tiempo y la reacción de los involucrados, pues son los factores que ante algunos hechos determinan la forma en que los afrontamos y los asimilamos.
El colibrí, ave hermosa y rara que me alegraría ver en un parque o en un video, dentro de mi casa me provocó un susto mortal, lo vi estrellarse en la pared, volar desorientado muy cerca de mi cabeza y tal vez por culpa de Hitchcock a pesar de usar lentes, imaginé su alargado piquito dentro de mis ojos así que lo percibí como una amenaza ante la que no sabía cómo reaccionar.
A estos revoloteos entre cuatro paredes le sumamos la prisa que tenia, pude haber superado el miedo y disfrutar el espectáculo, pero la perspectiva de correr tras él para que encontrara la puerta en ese momento no me pareció nada atractiva, la cosa empeoró cuando lo vi como prisionero de Maruca, por que ahora no era mi seguridad por la que temía y aunque me había asustado y me estaba retrasando tampoco merecía ser condenarlo a tan triste destino, así que me arme de valor y después de encerrar a la fiera procedí a levantarlo con una escoba y ponerlo a salvo, pero una vez afuera despertó para volar por su cuenta.
Lo inesperado tiene la capacidad de ponernos a hacer cosas que jamás imaginamos, echando mano de los recursos que tenemos a nuestro alrededor, para que después del desconcierto inicial, podamos retomar el control de la situación y tratar de tomar lo mejor de la misma, además de que nos permite conocer una faceta nueva de quienes nos rodean, como descubrir que tu mascota es una excelente cazadora. No vale la pena dejar las ventanas cerradas por temor a que se meta un ave, que de todos modos puede entrar un ratón por debajo de la puerta.