Candil de la Calle

Tragedias de fin de año

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Reflexión sobre las tragedias decembrinas y muertes, en Alepo, Siria, y San Pablito, Tultepec.

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            En este mundo y en este país de sobresaltos, nos disponemos a relajarnos para disfrutar de las primeras horas del invierno que oficialmente ha iniciado este miércoles 21 de diciembre, así como del asueto que conllevan las fiestas decembrinas.

            Pero eso no es posible.

            Desde diversos puntos del estado, del país y del mundo nos llegan las imágenes y las noticias sobre tragedias de todas magnitudes, que no acaba de despejar la vista de lo que pretendemos sea un cierre del año apacible, familiar, relajado, divertido.

           Desde la crisis humanitaria (una más) en Alepo, la segunda más poblada de Siria, por la guerra civil que rebasa el quinquenio, dividida entre los rebeldes y el régimen; el atentado contra decenas de personas en un mercadito de Berlín reivindicado por ISIS; la panorámica inquietante porque el número de personas asesinadas en municipios de nuestro estado no cesa (el lunes hubo tres víctimas mortales que estaban reunidas en una casa en Romita) y así se mantienen también otros delitos como los robos domiciliarios; el aniquilamiento brutal de cinco mujeres no mayores de 30 años en un municipio al norte de la ciudad de Zacatecas…

            Y el mercado de San Pablito, Tultepec, donde en un aparente accidente se originó alguna conflagración que detonó miles de juegos pirotécnicos de este lugar de donde se abastecen comerciantes de muchos puntos del país, desencadenando una devastadora serie de explosiones que han dejado este lugar convertido en cenizas, con decenas de muertos, heridos y desaparecidos.

            A los guanajuatenses en general y a los celayenses de manera muy particular, lo que ha ocurrido este martes por la tarde en el mercado de pirotecnia en Tultepec, Estado de México, genera reminiscencias inevitables sobre un dolor del pasado a mediano plazo, que para muchas familias nunca se fue: las explosiones en la Central de Abastos de Antonio Plaza en Celaya, en el domingo negro del 26 de septiembre de 1999.

            Setenta y un personas murieron –entre ellas bomberos- y más de 350 resultaron heridas, a consecuencia de la explosión (explosiones) son los números que dejaron grabado en miles de personas este percance, después del cual vino una larga lucha por parte de damnificados y familiares de las víctimas por rescatar la posibilidad de sobrevivir dignamente y obtener justicia por muertes y daños.

            En el caso de San Pablito, Tultepec, éste es un mercado con más de 400 locales que vende pirotecnia autorizada, pero que no se había salvado de incidentes como el de este martes, aunque no de ese tamaño. Otras dos explosiones ocurrieron en el lugar entre el 2005 y el 2006.

            La manipulación imprudencial de los artificios pirotécnicos habría sido lo que originó las explosiones en San Pablito, como presumiblemente ocurrió también en Celaya en 1999.

            San Pablito fue catalogado como un “mercado seguro” que contaba incluso con supervisión del Ejército, debido a la cantidad de pólvora y artificios que allí se concentraba.

            Eso no lo salvó, y hoy, en vísperas de los festejos decembrinos que tan propicios son para el uso de cohetes, castillos y demás artilugios pirotécnicos, tenga por seguro que se reabrirá el añejo debate sobre estos artículos, su elaboración, venta y uso en este país, que para muchos equivale a fiesta y para otros tantos ha significado la muerte.