Ecos de Mi Onda

Feliz Año, Mecánica Irracional

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Reflexión sobre el manejo corrupto de la política en México y la prospectiva de una mejoría en la conciencia de los mexicanos, sobre todo en los jóvenes.

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Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella.

Joan Baez.

Un asunto sobre el que se requiere realizar una seria reflexión, concierne al ambiente contemporáneo que se presenta ante la percepción infantil, ambiente que contiene elementos relevantes no experimentados por las generaciones pasadas, en particular con respecto a los medios de comunicación que aparentemente mantienen al mundo en una intercomunicación constante, al grado de tener a la mano información casi al instante de los acontecimientos que ocurren en cualquier punto geográfico. Esta red cibernética se encarga de disparar una cantidad impresionante de ondas electromagnéticas de paquetes informativos a través del espacio, orientados deliberadamente hacia millones de sistemas receptores ávidos de primicias, comunicando contenidos sobre todos los temas de todos los tiempos y del universo entero conocido, desde banalidades personales hasta brillantes disertaciones científicas.

Pero existe una banda ancha que da cuenta de notas sombrías que generan un entorno pesimista sobre el presente y el futuro inmediato, que se refleja en el entrecejo fruncido de gran parte de la población mundial, en especial de los que tienen aún sintonizado el soundtrack del siglo veinte y que testifican los graves problemas que se han recrudecido en este siglo. Ubicados en México, el cuadro de violencia que surgió a partir de la lucha contra el narcotráfico y que se fue asociando a los delitos graves de secuestro, pandillerismo y robo con violencia, así como a cuestiones de bullying, drogadicción y prostitución infantil, todo esto encuadrado en condiciones patentes no sólo de impunidad, sino en algunos casos de evidente complicidad por parte de las autoridades encargadas de vigilar la ley, han creado una atmósfera poco propicia para el desarrollo social de las familias en un número muy importante de poblaciones, en las que se percibe el miedo por la inseguridad dominante provocada por el crimen y que es percibido por los niños y adolescentes, que en muchos casos tienen que ser resguardados en esferas de protección, debido a las edades tempranas en las que se les trata de inducir al consumo de sustancias adictivas, desde el alcohol y mariguana, hasta las drogas sintéticas novedosas, e incluso la heroína, en un ambiente altamente riesgoso.

Por otra parte, las oportunidades de conseguir una plaza de trabajo con un salario digno son muy reducidas para los jóvenes, los índices de pobreza extrema se incrementan, el estado de la educación básica es verdaderamente lamentable, la impunidad está resultando un resorte que impulsa la falta de respeto a las leyes y al asomo de anarquía en amplias zonas del país, hacia las cuales incluso se aconseja no viajar para no verse sorprendidos por un paro carretero o por determinados actos de violencia, sin posibilidades de resguardo por parte de las autoridades competentes. Los retenes policiales causan tanto temor como los atracos a autobuses, tráileres o ferrocarriles por parte de los delincuentes. Estas sensaciones de incertidumbre social causan estragos en los niños y adolescentes, robándoles los espacios vitales de convivencia y recluyéndolos, si se tienen los recursos para adquirir la tecnología, a los espacios virtuales, en los cuales no dejan de tener riesgos, como los engaños de las redes de prostitución, el trato con criminales esquizofrénicos, o el mismo enajenamiento que causa esa soledad acompañada, que ofrece campos inéditos de refugio y búsqueda de identidad en el ciberespacio.

La angustia social crece exponencialmente en el esquema de consumismo que devora, imponiendo la necesidad nos sólo de contar con los artículos para alcanzar el mínimo status, sino también con la capacidad para renovarlos por los de última generación, haciendo de esto un significado de vida, fuera del cual no tiene caso vivirse. Así, para un joven sin los recursos económicos suficientes, esto es un motivo más que suficiente para delinquir, para atreverse a tocar las puertas de la prostitución, del narcomenudeo, del fraude, de la corrupción, del engaño, de la muerte: vale más vivir un año como rey, que una vida como buey. Este proceso que avanza en el seno mismo del tejido social es como un cáncer que descompone los sistemas del organismo y que reduce las posibilidades de construir caminos alternos, que puedan conducir con lealtad a mejores niveles de satisfacción y bienestar social.

Pero los signos de los tiempos no dejan de ser pesimistas y al finalizar el año nos enfrentamos con situaciones preocupantes que parecen agravar el panorama, con la gota que derrama el vaso del incremento a los precios de la gasolina y diesel, en medio de la indignación por la ineficacia del sistema gubernamental para resolver los graves problemas que agobian a la sociedad. Alrededor de esta decisión se hace evidente el ominoso ejercicio de la labor política y de gobierno que se ha experimentado en el país y que no puede menos que irritar a la sociedad.

Una nación que tuvo una de las empresas petroleras más importantes del mundo y que despilfarró su capital económico y humano, abortando un desarrollo tecnológico que la hubiera constituido como un polo generador de riqueza para México. En vez de eso fue mordisqueada vilmente por las ratas, por esos líderes sindicales y funcionarios que la saquearon impunemente para el beneficio corrupto de la insaciable clase política mexicana.

En este cuadro que afecta directamente a la clases sociales más empobrecidas y que igualmente son con mucho las más numerosas en el país, un trabajador verá cómo se reduce la capacidad de su ya de por sí bajo salario, para adquirir lo indispensable que pueda satisfacer las necesidades básicas de la familia. En este año, el incremento al salario mínimo fue de 4.2% y se ubicó en $73.04, para sumar la cantidad de 2,191 pesos mensuales. El aumento a la gasolina entonces representa una diferencia grotesca.

(Foto: Especial)

Pero las diferencias son realmente de una rareza extravagante cuando las dimensionamos con la situación de las clases políticas, que ha defendido con inusitado éxito sus privilegios a costa del empobrecimiento deplorable de la sociedad, que no ha encontrado la forma de cambiar el estado de cosas. Se tiene mucho tiempo exigiendo una verdadera reforma política que ponga en orden a los políticos de profesión, que continúan burlándose con cinismo. Porque es cinismo actuar frente a la sociedad en calidad de representantes, para legislar con el fin prioritario de mantener las del sistema corrupto, así como de enmascarar las funciones inherentes de fiscalización para cobijar criminalmente las acciones deshonestas del gobierno federal y de los gobiernos de los estados.

En México se sostiene la carga espantosa de 500 diputados federales, cada uno (con muy raras excepciones) succionando con la voracidad de una plaga, un sueldo aproximado de 150 mil pesos mensuales libres de impuesto, que con los aguinaldos que ellos mismos se pueden asignar como parte de sus atribuciones, suman la bonita cantidad de más de 3 mil millones de pesos al año. Considerando además que los 128 senadores cobran un salario mensual arriba de los 170 mil pesos libres de impuesto y un aguinaldo similar al de los diputados, se calcula una auto asignación anual de alrededor de 650 millones de pesos. La suma de recursos auto asignados por las cámaras puede resultar escalofriante si se incluyen además los beneficios de seguros de gastos médicos mayores de cobertura familiar (en clínicas privadas, nunca en el Seguro Social), los bonos navideños, gastos funerarios, apoyo económico para asesores, viáticos, gastos de representación, fondos de retiro (lo que a un trabajador le lleva 30 años de labores a ellos 3 años), entre otros.

Empieza a sentirse terror cuando reflexionamos que la sociedad sostiene el esqueleto legislativo de los estados, con 1142 diputados estatales, que también tienen el poder de auto asignación salarial, con diferencias muy amplias entre cada uno de los estados, siendo los diputados locales de Guanajuato los que perciben el mayor salario. Incluyendo salarios y aguinaldos, la cantidad que el pueblo mexicano tiene que desembolsar para pagarles resulta de alrededor de 2 mil millones de pesos, a los que se tendrían que agregar igualmente los gastos médicos mayores y los otros beneficios que conlleva esta actividad. Si ahora queremos sentir mayor ofuscación, sólo pensemos que falta considerar los salarios del Poder Judicial, de los ministros y jueces que tienen a este país sumido en la impunidad y que se dice que son aún mayores a los del Poder Legislativo, además de los salarios de los inútiles Secretarios de Estado y de la Corte de sus ayudantes y asesores, que no atinan a aplicar medidas que resuelvan los problemas de su competencia, entonces se puede casi perder la razón, así como de la carga de los gobiernos estatales y municipales, muchos de los cuales son ejemplo vivo de deshonestidad, nepotismo y corrupción. Lo hemos visto hasta en los medios parciales de comunicación.

La irritación de los ciudadanos comunes con respecto a esta nueva clase de tipo cortesana es patente. Pero no sólo contemplando la enorme e injusta desigualdad salarial, sino además la ineficiencia y torpeza galopante con la que realizan las funciones, privilegiando descaradamente y hasta con actitud insolente sus intereses a expensas de llevar a este este país al borde de la ruina. La desvergüenza llega a los límites de que el mismo sistema gubernamental, cobijado por los tres poderes, instituye como juez y parte una Secretaría de la Función Pública, encargada de evaluar y vigilar el ejercicio público gubernamental.

En el combate contra el narcotráfico el sistema no se ha interesado en alternativas de prevención, atendiendo la educación, la práctica de los deportes, las actividades artísticas y culturales para los niños y jóvenes susceptibles de caer en las adicciones y ridículamente se pelea con un cuerpo policial mal pagado y mal armado que sucumbe, perdiendo la vida o haciéndose cómplice, con facilidad frente a los recursos de la delincuencia organizada.

Un panorama así es definitivamente desalentador y la esperanza sólo puede resurgir en tanto la sociedad reaccione y asuma un carácter protagónico, teniendo cuidado de desprenderse de las rémoras de los personajes políticos oportunistas, que en su momento pretendieran encabezar a los grupos sociales en su lucha por mejores condiciones de desarrollo integral, disfrazando sus verdaderos intereses para treparse al poder. El momento histórico tiene que ser para los ciudadanos y de ellos mismos deberán surgir los líderes genuinos que sean movidos por el objetivo final de perfilar la revolución pacífica de la conciencia, la nueva conciencia de México.

Los niños y jóvenes mexicanos merecen mejores condiciones de vida y esto es posible en este maravilloso país, cuya riqueza en recursos naturales y humanos, cultura, fortaleza y tradiciones, no se ha agotado, a pesar de la voracidad desmedida de la corrupta clase política mexicana de los últimos tiempos (con raras excepciones), a la que es imperioso acotar de inmediato.

Aun así y a pesar de todo ¡Feliz Año Nuevo 2017!