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Ruinas

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La verdad es interesante saber que hay estas maneras de comunicación no orales, telepáticas, que al parecer hacen que el vivo, escogido para el contacto paranormal, sienta las diversas emociones que el espíritu en cuestión quiere transmitir…

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El encanto de Guanajuato es innegable, miles de visitantes llegan a conocer la ciudad y el estado que, como mosaico cultural, recibe a vivos y muertos, seres de luz o de oscuridad que se quedan y nos persiguen para poder decirnos algo, algo a destiempo para nosotros, pues para ellos el tiempo no existe como lo conocemos, eso es lo que saco de conclusión después de esta extraña historia. La verdad es interesante saber que hay estas maneras de comunicación no orales, telepáticas, que al parecer hacen que el vivo, escogido para el contacto paranormal, sienta las diversas emociones que el espíritu en cuestión quiere transmitir en su mensaje para así obtener su ayuda, y eso le pasó a mi amiga Tere.

La experiencia de Tere comenzó un fin de semana en que decidieron, ella y su esposo, salir a pasear a alguno de los municipios del estado; ella le comentó a su marido que unas alumnas le habían hablado de su pueblo, Mineral de Pozos, en donde hay unas ruinas que, pese al paso del tiempo, se encuentran muy bien cuidadas y, además de ser el atractivo turístico, también hay historias de espantos que las rodean. Sin pensarlo más, subieron al auto y se fueron a visitarlas. Llegaron, desayunaron en el camino y por fin a visitar las ruinas. Se toman fotos aquí y allá, pasearon, vieron el impresionante paisaje. Ya con apetito, fueron a comer a un restaurante muy pulcro, arreglado de manera típica tradicional mexicana. Impregnados en el disfrute de los sentidos, de pronto acordaron y ya era de noche. Por seguridad, fueron de Mineral de Pozos a San Miguel de Allende donde ellos tienen una casa y allí decidieron pasar la noche.

A la hora de dormir, Tere sentía pesadez en su cuerpo, lo atribuyó a que estaba cansada de tanto caminar, se reacomodó en la cama y se dispuso a dormir. Cerró los ojos, y más tardó en cerrarlos que volvió a sentir ese peso, pero ahora en su pecho. Incómoda abre los ojos y ve al lado de la cama: junto a ella, de pie, estaba una viejecita. Tere piensa aprisa: “¿De dónde me la habré traído? ¿En dónde se me habrá pegado?”, deja sus cavilaciones porque su pecho ya no aguantaba esa opresión dolorosa, pues sentía una vorágine de emociones: angustia, desolación, preocupación, desesperación…ella no se explicaba el porqué e inevitablemente se puso a llorar desconsolada. Al oírla, su esposo despierta y le dice que qué tiene, Tere le contesta que ahí hay una anciana que la mira con mucha angustia; él le dice que le pregunte qué quiere, ella le pregunta y es entonces que la anciana comienza a “hablarle” -porque lo increíble era que no movía los labios ni salía ningún sonido de su boca-  y le pide, ya comunicadas in mente o telepatía, que la ayude a buscar a su hija, que se la habían llevado los carrancistas, ya en este punto ambas lloraban. Al escucharla, Tere queda perpleja, pues esa anciana habla de una realidad vivida hace casi cien años… de inmediato le dijo entre sí: “No puedo ayudarle, lo único que puedo hacer es rezar por ella y por usted, pero no puedo ayudarla”. Al decir eso, el espectro de la anciana se esfumó, y todo volvió a la normalidad. La noche siguió tranquila, pero Tere, aunque quiso, ya no pudo dormir. Cuando me contó, yo le pregunté que si le había dicho en qué época estábamos, me dijo: “No pensé en decirle la época en la que estamos”, yo pensé que igual y la anciana no lo hubiera comprendido, se le habría hecho inconmensurable.

Experiencias como ésta son de una riqueza vívida invaluable, es impresionante saber que los seres, vivos o muertos, nos comunicamos para ayudarnos unos a otros, pese a las diferentes dimensiones espectrales en las que estamos. Vivir esto es asombroso. Ven, lee y anda Guanajuato.