Me parecen curiosos los héroes de cualquier tipo, ya sea que provengan de la ficción como los superhéroes o de verdad como los personajes históricos y su contraparte negra: los villanos.
La razón por la que llaman mi atención es porque todos en el momento de la verdad, ese lapso de sus vidas que les mereció la categoría heroica o siniestra, rompieron las reglas del sistema que, además en el caso de los héroes termina idolatrándolos ¿Cómo es posible este proceso? Justo eso trataremos de desenredar en este laberinto, con ayuda de Michael Foucault, mi calvo francés favorito.
La norma, cuyo nombre proviene de algún modo de la palabra escuadra (no me pregunten más no sé latín y me avergüenza) es justo eso: un patrón que sirve para ajustar la conducta de quienes se encuentran sujetos a ella.
Este ajuste se da través de la comparación, es decir los medimos primero, la separación, ya medidos hacemos categorías de acuerdo a su proximidad con la escala y estratificación, es decir que ponemos a unos por encima de los otros, privilegiando a los que más se aproximan, o por lo menos exentándolos de las sanciones que esperan a los más distantes.
Todo este trabajo clasificatorio tiene un propósito, la preservación del sistema que las respalda y de las personas que lo integran, evitando el caos, lo pongo deliberadamente en ese orden por que, en cierto momento, se llega a sacrificar personas de manera directa o por omisión para preservar el todo.
Idealmente tenemos un sistema que funciona en circunstancias normales y de conformidad con los que lo integran, si es así, quien atenta contra el mismo es un villano, pero si alguna de estas condiciones no se cumple, es decir si las condiciones son extraordinarias o los integrantes están inconformes con las reglas que los sujetan las normas se convierten en un estorbo y quien las rompe se convierte en un héroe.
El caos, para ser contenido necesita la ruptura de las reglas, por eso es que siempre me han parecido conservadores los superhéroes, pues mantienen el orden establecido a través de la excepción benefactora, los héroes históricos, por su parte, generan el caos para cambiar las reglas, y si viven lo suficiente establecen nuevos sistemas que a la larga terminaran generando nuevas inconformidades que a su vez clamaran por nuevos rebeldes para los que ellos serán los villanos. La línea es muy delgada y el proceso muy similar y como casi siempre depende de las mayorías.