La Universidad de Guanajuato celebrará los primeros 70 años de la enseñanza en Ingeniería Civil

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Se compartirán las memorias desde la fundación de este programa educativo que tiene reconocimiento nacional e internacional en el ramo, y sus egresados son garantía de honestidad y capacidad.

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REDACCIÓN/Guanajuato, Gto. 06 de octubre de 2017.- A mediados del próximo mes de noviembre, la Universidad de Guanajuato (UG) celebrará los primeros 70 años de la enseñanza en Ingeniería Civil, que comenzó en febrero de 1947; se llevarán a cabo varios eventos culturales, académicos y un encuentro de egresados el día 17.

Estudiantes UG (Foto: UG)

En entrevista sobre los orígenes de esta emblemática licenciatura, el Ing. Víctor Manuel Ramírez Herrera, alumno de las primeras generaciones de Ingeniería Civil, compartió sus memorias desde la fundación de este programa educativo que tiene reconocimiento nacional e internacional en el ramo, y sus egresados son garantía de honestidad y capacidad.

El Ing. Víctor Manuel Ramírez Herrera fue testigo del inicio y desarrollo de esta carrera desde los años 50 del siglo pasado, cuando le fue encargada una inicial investigación, dado que la misma UG apenas estaba asumiendo esa condición, pues era Colegio del Estado.

Se fue a los archivos, dijo, y encontró actas de reuniones que se hicieron principalmente con ingenieros de minas, en donde se consignaba que si la Universidad se concibió como tal en 1945 con el Lic. Armando Olivares carrillo, y al cambiar al concepto de “universalidad”, el Rector se sentía obligado a dar más variedad a la oferta educativa.

Entonces se creó la escuela de Ingeniería Civil, de Química, o cuando menos una de las ramas de esa disciplina y la Escuela de Medicina. Recordó que entre los años 1945 y 1947 había terminado la guerra, había mucha pobreza y el único movimiento de Guanajuato eran los mineros que salían temprano en sus camiones de carga, los trabajadores del Gobierno del Estado y el Colegio del Estado.

Había alrededor de mil 200 estudiantes en toda la UG en esos años, pero repartidos en varias sedes, relató, y de ellos en la ciudad de Guanajuato eran 726, de manera que se conocían entre ellos, porque incluso compartían en equipos de baloncesto.

Rememoró también que cuando comenzó la “carrera” de Ingeniería Civil, los ingenieros mineros eran los excelentes maestros que tuvieron, entre ellos Antonio Nieto Antúnez, pero sufrieron carencias en los primeros años, tanto, que se perdió una generación por falta de docentes y, también, de recursos para pagarles.

En el primer año, relató, faltaba maestro para la clase de Estática pero igualmente se formó un grupo con 15 alumnos, pero había otros jóvenes interesados que en ese momento ya habían cursado el primer año de Ingeniería en Minas o Topografía y querían cursar Civil, por lo que se hicieron dos grupos.

Entre otros, en las primeras generaciones estuvieron Antonio Rivera Buzo, dijo, y para el segundo año había nueve alumnos más, entre ellos una mujer de apellido Almanza, y Luis López; sin embargo, esta segunda generación nunca terminó la carrera “porque no tuvieron profesores en 1948, no había con qué pagarles a los maestros, algunos se esperaron, otros se fueron a Minas o Topografía, pero se deshizo ese grupo que yo le llamo generación cero”.

Hubo tal carestía de maestros, reveló, que incluso la propuesta era que la carrera se fuera a León, “pero salía más caro”, así que la alternativa fue que el Gobierno del Estado aportara los ingenieros de Obras Públicas como docentes, o que pasaran a otras Universidades y se les pagara una beca.

Pero los jóvenes se empeñaron en ir a León a tomar clases allá, aseguró, porque los maestros no podían venir, y la UG pagaba 22 pesos por estudiante para sus pasajes, dos o tres días a la semana, o se las ingeniaban para conseguir vehículos. “Estuvo a punto de suspenderse la escuela, pero por fortuna siguió”.

En las etapas que recuerda el Ing. Ramírez Herrera, él las denomina como la “época de carencias”, de 1947 a 1955, y luego de ello de 1955 a 1967, de “consolidación”, con extraordinarios maestros como José Guzmán Cedeño, matemático excelente y Diego Torres especialista en hidrología, Guillermo Morfín, el Ing. Salvador Yáñez, y en 1958 cuando llegó el Ing. José Ramos Salinas, quien venía de la UNAM, entre otros muchos más.

Comentó que en 1959 él mismo terminó su carrera y decidió hacer una maestría en México, luego obtuvo alguna experiencia laboral y en 1962 regresó a Guanajuato como maestro para luego partir a Francia a seguir su preparación, pero no sin antes verificar que ya eran épocas diferentes, y siguieron egresando generaciones de estudiantes muy brillantes, que dieron renombre a la Universidad de Guanajuato.